Resultaron clave los 37 puntos y 10 rebotes de Andrés Nocioni -líder en ambos rubros-, así como los 33 puntos y 11 asistencias de Facundo Campazzo. Brilló el Chapu y se agrandó el base. Formaron una dupla letal.
El inicio del partido mostró mucho de lo que se puede encontrar en la mejor versión de este equipo. Con un Nocioni preciso y un quinteto sin fisuras, vapuleó a Brasil. Lo expuso y lo llevó a su mínima expresión con un parcial de 28-19.
Pero todo lo bueno del primer cuarto se tiró a la basura en el segundo. Fallaron las decisiones internas y las externas: Sergio Hernández no le encontró la vuelta a la rotación. La Argentina arrancó mal el segundo cuarto y lo que empezó como un simple paso en falso desembocó en 10 minutos que fueron desdibujando la actuación albiceleste. Los números de la primera parte hablaron por sí solos: Brasil, con más puntos, falló más desde la línea de tres, pero alcanzó un 72% de efectividad en la zona pintada. La muestra exacta de un mayor despliegue físico bajo el aro, de la rotación de los más altos y de un flojo desempeño argentino en defensa.
Tras el golpe de ir 52-44 abajo -luego del brillante 28-19 inicial-, la selección logró volver a ponerse en partido en el tercer cuarto. Falló, sí. Y no pudo irse en ventaja a la última parte. Pero sin Delfino, Ginóbili y Scola en cancha por varios minutos, el resto del equipo dio la cara. Con Nocioni como abanderado, pero también con buenos rendimientos de Campazzo y Garino. Es más, la Argentina llegó a estar 64-63 arriba, mostrando señales de recuperación. El cierre fue para Brasil: 72-67.
Ya en el final, aparecieron todos los condimentos de un clásico. Se achicó la diferencia, se potenciaron los roces y creció la presión. La Argentina lo empató en 85 con un triple de Nocioni a falta de 3.8 segundos. Fue parte de la superlativa actuación de las figuras de la tarde: falló Ginóbili, tomó el rebote Campazzo y empató el Chapu.