A veces, el primer gran desafío no es el examen, sino animarse a intentarlo. Con esa premisa como impulso, cinco estudiantes sanjuaninos superaron sus propios miedos y hoy están a punto de vivir una experiencia que les cambiará la vida: representar a San Juan en las Olimpiadas Argentina de Filosofía, que se desarrollarán del 30 de octubre al 1 de noviembre en Villa La Angostura.
Ellos son Valentina Castro (17), Martina Mercado (17) y Valentina Prado (17), del colegio Santa Teresita del Niño Jesús; Victoria Olivera (18), del colegio Parroquial Santa Lucía; y Valentín Manilov (17), del colegio Saint Paul. Todos comparten una historia común: dudar de sus capacidades, animarse a intentarlo y descubrir que eran capaces de mucho más.
Superar la barrera del “no puedo”
“No me tenía fe prácticamente, pero me animé”, comenzó confesando a Diario La Provincia SJ, Valentina Castro, una de las seleccionadas, quien reconoció que en ese momento se dijo a sí misma: “La vida es una, lo voy a intentar“. “Me dije a mi misma ‘si lo intento y gano, ¡genial! pero si no, lo habré intentado’. No hay que quedarse con las ganas, es mejor directamente intentarlo. Cuando me dijeron acerca de resultados estallé de felicidad. Nunca me lo había esperado”, agregó.
Valentina no solo se animó, sino que también motivó a su amiga “la tocaya” Prado a sumarse. Al principio su mejor amiga no quería pero luego también superó su propia barrera.
“Yo no me quería inscribir porque lo sentía como una sobrecarga que no me podía dar. Tampoco le quería dar a mis padres esa preocupación por el tema de pagar el viaje. Pero tuve mucho apoyo del profesor Juan Pablo Reus, que me incentivaba y me decía que no perdía nada con intentarlo. Yo no me quería inscribir hasta que dije ‘bueno, ¿por qué no?'”, contó Prado.
Su caso incluso fue más allá porque a partir de esta preparación, sintió que descubrió más a Dios: “Gracias al profesor empecé a cuestionarme cosas que no estaban presentes, porque no tenía noción. Entonces, me empecé a acercar mucho a Dios gracias a la filosofía“.
Ambas eligieron el eje ético como temática para el examen. Estudiaron conceptos filosóficos complejos, leyeron textos, hicieron resúmenes y se prepararon durante semanas. “Fue un proceso exigente pero muy enriquecedor”, agregaron.
Una experiencia transformadora
Martina Mercado también enfrentó sus dudas iniciales. “No lo tenía presente, pero me animé. Es una experiencia nueva, no tenía nada que perder. A cualquiera que lo dude, le diría que lo haga. Aprendí muchísimo y todavía no lo puedo creer”.
Martina también eligió el eje ético, y en su ensayo volcó una reflexión personal conectada con los autores leídos: “Planteé mis conocimientos, lo que yo creía y lo que compartía con otros filósofos. Fue muy interesante ver cómo todo se relacionaba”.
Por su parte, Victoria Olivera, del colegio Parroquial Santa Lucía, tenía ganas de participar desde el año pasado pero no se había animado a inscribirse. “Desde el año pasado ya tenía ganas de participar. Cuando mi profesor Mario Puebla me dijo que nos podíamos inscribir, no lo dudé. Pero igual, no me tenía nada de fe. Pensé que había escrito poco… ¡y sin embargo quedé seleccionada!”, reconoció con una sonrisa.
Victoria trabajó sobre el eje político, que abordaba temas de poder, ciudadanía y justicia. Estudió con la ficha de articulación y analizó textos clave. “Es una experiencia que te obliga a pensar desde otro lugar. Te cambia”, afirmó.
Filosofía, autoconocimiento y vínculos
Valentín Manilov, del colegio Saint Paul, también empezó con dudas. “Al comienzo no me interesaba mucho la idea, pero después me pareció una buena oportunidad para poner a prueba mis conocimientos y pensamiento”, contó subrayando que en su caso, el profesor Adrián Guzmán fue quien lo motivó y guió en la preparación.
“Nos presentó las olimpiadas con mucha anticipación y tuvimos tiempo para estudiar bien. Elegí el eje que más me interesaba y que habíamos trabajado a fondo en clase”, explicó Valentín asegurando que no se obsesionó con el resultado pero tiene grandes expectativas por el viaje.
“Villa La Angostura me fascina por su naturaleza. Me entusiasma mucho poder conocer chicos de mi edad, intercambiar ideas y abrir puertas. Es una experiencia única”, destacó.
Para estos cinco jóvenes, la filosofía no solo se convirtió en una competencia académica, sino también en un camino de descubrimiento personal, fortalecimiento del pensamiento crítico y un aprendizaje emocional: que todo empieza por animarse.
Con el acompañamiento de sus docentes, el respaldo de sus familias y la motivación de sus propios compañeros, demostraron que el verdadero cambio empieza cuando uno se da la oportunidad de intentarlo, aun sin certezas.