En el Instituto Geofísico Sismológico Volponi (IGSV), la formación de nuevos profesionales no es solo un paso académico, sino una apuesta al futuro de la ciencia argentina. Investigadores y docentes universitarios no solo capacitan en aulas, sino que integran a estudiantes de los últimos años en proyectos de investigación aplicada, muchos de ellos vinculados con inteligencia artificial y monitoreo sísmico.

Varios de nosotros somos docentes y conocemos a los estudiantes. Entonces cuando ya quieren hacer su tesis o práctica antes de recibirse, los invitamos al instituto. Ellos ya han ido antes con alguna materia y durante su tesis pueden enfocarse tanto en lo científico como en lo privado”, explicó Sebastián Correa, doctor en Geofísica e investigador del IGSV, a Diario La Provincia SJ.

Este modelo de trabajo mixto –con enfoque académico, pero con proyección hacia la demanda real del mercado– está permitiendo mantener activo el recambio generacional. “Después por ahí consiguen una beca para trabajar en el instituto y así es como mantenemos nuestro recambio de trabajadores, de becarios, de estudiantes”, agregó Correa.

La inteligencia artificial aplicada a la sismología es una de las líneas de investigación más atractivas para las nuevas generaciones. Foto: Diario La Provincia SJ.

Uno de los motores de este interés creciente entre los jóvenes es la aplicación de inteligencia artificial, IA. En particular, el instituto trabaja con machine learning o aprendizaje automático para interpretar datos sísmicos con mayor precisión.

Estamos desarrollando un modelo de IA que pueda localizar sismos mejor que lo que puede hacer un humano. Lo entrenamos con datos históricos y va aprendiendo a identificar eventos sísmicos ocultos en los registros”, contó Correa. Según explicó, estas técnicas permiten descubrir detalles que escapan al ojo humano en la revisión convencional de registros sísmicos.

Los resultados tienen un impacto concreto: mejoran los sistemas de monitoreo y ayudan a construir información más confiable para la seguridad civil, sobre todo en provincias como San Juan, una de las zonas sísmicas más activas del país.

El Volponi también brinda servicios a empresas como YPF, aunque los desarrollos en IA están enfocados en la investigación pura y la seguridad sísmica.

Formación con impacto real

Este trabajo no es un ejercicio académico aislado. Se articula con líneas de investigación y también con servicios científicos que el instituto brinda a empresas de energía, minería y exploración geofísica, como YPF. Sin embargo, en el caso de la inteligencia artificial, el enfoque actual está puesto en la investigación pura, sin fines comerciales.

Tenemos una parte fuerte de investigación, donde constantemente escribimos artículos científicos, nos metemos con metodologías nuevas. Eso le gusta mucho a las nuevas generaciones: programación, IA, cómo mejorar los resultados. Son estudiantes muy motivables”, afirmó Correa.

Además del desarrollo de modelos predictivos para localizar sismos, el Instituto también realiza monitoreos en zonas donde las actividades humanas pueden inducir sismicidad, como ocurre en Neuquén con la explotación hidrocarburífera. En San Juan, en cambio, las estaciones sísmicas instaladas se utilizan con fines científicos y de prevención.

Estudiantes y becarios del Instituto Volponi trabajan codo a codo con doctores en geofísica en proyectos científicos e innovadores.

Gran parte del equipo del IGSV está compuesto por doctores formados a través de becas del CONICET, lo que refuerza el papel central del sistema público en la generación de conocimiento estratégico. “Tenemos especialistas en todas las áreas y seguimos buscando proyectos para expandir lo que hacemos”, finalizó Correa.