Desde una prótesis hasta herramientas para aplicar en apicultura. La Escuela Agrotécnica Ejército Argentino de Valle Fértil lleva siete años trabajando con impresoras 3D, integrando tecnología de punta en un entorno educativo con orientación agropecuaria. El resultado ha sido sorprendente: alumnos que diseñan productos que no sólo aplican en el campo agropecuario sino también en salud y hasta turismo.

El proyecto nació en 2018 y se consolidó en 2019 con la llegada de las primeras impresoras 3D a las escuelas técnicas de la provincia. Fue entonces cuando el profesor Franco Castro, del área de Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC), impulsó una propuesta que hoy ya involucra a más de 45 estudiantes de sexto año.

Teníamos una idea de hacer prótesis y férulas, y logramos concretarla en 2020. Gracias a la Fundación Banco San Juan ganamos un proyecto innovador que nos permitió comprar más impresoras, incluso durante la pandemia”, explicó Castro a Diario La Provincia SJ.

Los estudiantes crean alimentadores para aves, componentes para colmenas y elementos turísticos como llaveros y mates. Foto: Diario La Provincia SJ.

Ese primer paso fue clave. Con el financiamiento, la escuela accedió a medio millón de pesos, lo que les permitió no solo expandir el equipamiento, sino también comenzar a fabricar prótesis y ayudas técnicas para pacientes del departamento de Valle Fértil en colaboración con el hospital local.

De la salud al agro: tecnología aplicada en el aula

Aunque la especialidad de la escuela es agropecuaria, los estudiantes encontraron en la impresión 3D una herramienta con múltiples aplicaciones en su campo. Han desarrollado desde alimentadores para pollitos, moldes para colmenas en el área de apicultura, hasta piezas para incubadoras. Incluso trabajan en hidroponia, buscando soluciones técnicas impresas en 3D para esta modalidad agrícola.

Las prótesis y férulas creadas en la escuela fueron donadas al hospital local para pacientes del departamento. Foto: Diario La Provincia SJ.

Para sostener el proyecto y adquirir insumos como el filamento, los propios alumnos crearon pequeñas “empresitas” que les permiten vender productos y generar una ganancia. Esto no solo financia nuevas impresoras y materiales, sino que también promueve valores emprendedores y de autogestión en los jóvenes.

Hoy tenemos ocho impresoras funcionando en la escuela, gracias a Dios. Los chicos también han hecho llaveros para Ischigualasto, mates personalizados y otros productos turísticos que vendemos en eventos. Todo lo recaudado se reinvierte”, añadió el docente.

Los alumnos emprenden para autofinanciar el proyecto: venden productos y reinvierten en nuevas tecnologías. Foto: Diario La Provincia SJ.

El proyecto no se detiene. Actualmente, la comunidad educativa sueña con adquirir una impresora multicolor, una tecnología más veloz y versátil que permitiría trabajar con nuevos materiales flexibles. Esto abriría un abanico aún mayor de posibilidades tanto para el agro como para otros sectores.

Mientras tanto, el proyecto continúa creciendo. Ya desde segundo y tercer año, los estudiantes comienzan a iniciarse en la tecnología 3D con maquetas y trabajos interdisciplinarios, sembrando el interés desde etapas tempranas de la secundaria.