Siempre me gustó enseñar. Me nació eso”, dice Manuel Cardozo, con la misma humildad con la que transitó 26 años de carrera docente en San Juan. A los 60 años, y tras una vida dedicada a la educación pública, se despidió de las aulas con una acción que lo hizo viral: grabó un video recorriendo, en persona y en bicicleta, las escuelas donde trabajó, saludando a sus colegas, alumnos y directivos, y cerrando un capítulo que empezó en 1999 con solo dos horas cátedra.

La historia de Manuel es una suma de sacrificios, pequeños logros, y una vocación que lo llevó a enseñar en condiciones que muchos hubieran evitado. Fue el primero de su familia en recibirse como docente, y recuerda con emoción lo que lo marcó desde pequeño: “Mi mamá solo llegó hasta tercer grado. Un día tenía que hacer la comida, pero estaba escribiendo sus deberes. Como no había preparado nada, mis abuelos decidieron que no siguiera en la escuela. Siempre me lo contaba. A mi papá le pasó algo similar, llegó hasta sexto grado y se fue a trabajar”.

Manuel Cardozo recorrió en bicicleta las seis escuelas donde enseñó para despedirse antes de su jubilación. Su gesto conmovió a miles.

Criado en un entorno musical, Manuel integró el conjunto “La familia que canta” junto a sus padres y su hermana, profesora de música. Ensayaban en las noches, y actuaban en eventos y en el auditorio de Radio Nacional, lo que lo ayudó a superar la timidez. “Eso me permitió enfrentarme a un aula, hablarle a una cámara, perder el miedo al micrófono. Yo era muy tímido. Pero cantar me ayudó a abrirme”, recordó a Diario La Provincia SJ.

Su debut como profesor fue en la Escuela Arturo Illia, en Chimbas. Había una nueva materia, Tecnología, y en San Juan no había profesores formados en esa disciplina. Gracias a su formación como programador universitario y capacitaciones previas, pudo tomar esas primeras horas. “El 18 de marzo de 1999 fue mi primer día frente al aula. Llegué preparado, pero los alumnos te cambian todo. Ahí aprendés de verdad a enseñar”, agregó.

“Siempre fui el profesor que acompañaba: iba a los cumpleaños, a las fiestas de egresados… era uno más”, recordó emocionado.

Dormir en una colchoneta

Desde entonces, se sumó a todas las escuelas donde hubiera un llamado. “Siempre iba. Pero como tenía título habilitante, no me alcanzaba el puntaje. Los de título docente me ganaban. Siempre me encontraba con las mismas caras”, contó entre risas. Fue así que se animó a postularse a una vacante en Astica, en Valle Fértil. Su experiencia ahí fue una verdadera epopeya: “Tomaba el colectivo a las 14 hs., llegaba a las 18 hs., daba clases hasta las 22:30 y dormía donde ahora es la terminal, sobre una colchoneta. A las tres de la mañana ponía el despertador y tomaba el colectivo de regreso. Llegaba a San Juan a las siete del otro día”. Estuvo así durante cuatro meses, enseñando la materia PIC (Procesamiento de la Información y la Comunicación) en quinto año.

Con esfuerzo, completó su formación en la Facultad de Filosofía y se recibió de profesor de Tecnología, lo que le permitió acceder a 48 horas cátedra estables. Hoy se jubila tras dar clases en seis escuelas: la Secundaria Presidente Dr. Arturo Illia (Chimbas), la Escuela Provincia de Tucumán (Rivadavia), el bachillerato José Manuel Estrada –hoy Lic. Edgardo Mendoza–, el Colegio Provincial de Rivadavia, el colegio San José de Capital y la Escuela Marcelino Guardiola (Rawson). Algunas de esas instituciones también lo vieron crecer como alumno: “La Escuela Provincia de Tucumán es especial. Ahí hice mi primaria, la hizo mi hermana, mi sobrina… y después volví como profesor”.

Manuel Cardozo tiene un Ford Falcon y forma parte del grupo de fans de autos de esta marca.

Lo que más destaca en su historia es su forma de enseñar: simple, humana y con humor espontáneo. “Nunca fui contador de chistes, pero siempre surgía algo para hacer reír. Me han querido mucho. Me invitaban a cumpleaños de 15, a fiestas de egresados, y muchas veces era el único docente presente. Siempre me gustó acompañar”.

En una oportunidad, incluso le ofrecieron ser vicedirector. “No quise saber nada. Es mucho estrés. Salen enfermos por todos los problemas que tienen que enfrentar. Prefiero el aula”, asegura con convicción.

En pandemia encaró una iniciativa que unió San Juan con otras partes del mundo a partir de un peluche.

Su amor por la bicicleta 

Otra de sus particularidades es su amor por la bicicleta. Durante más de dos décadas, se trasladó de escuela en escuela pedaleando por las calles sanjuaninas. “No soy ciclista, pero me muevo así porque es práctico, cuido el medioambiente y ahorro. Además, hago ejercicio. Les decía a mis alumnos: soy profesor de tecnología, tengo que dar el ejemplo. Solo tomaba el colectivo si se me pinchaba la rueda”.

Su vida también guarda un guiño a la historia: su tatarabuelo, José Santos Riveros, habría sido alumno de Domingo Faustino Sarmiento. “Según cuenta la familia, su padre era amigo de Clemente Sarmiento, y lo llevaba a casa para que Domingo le enseñara a leer y escribir en sus ratos libres”. Años después, Manuel interpretaría al propio Sarmiento joven en la película “Sarmiento, un acto inolvidable” dirigida por Pepe La Colina.

“Iba en bicicleta a todas mis escuelas, para cuidar el medioambiente y porque no confiaba en los colectivos”, relató entre risas.

Tras su jubilación, Manuel no tiene un plan definido. “Es reciente. Me enteré el martes pasado y todavía no termino de procesarlo. Por ahora quiero descansar, dejar de madrugar, y comer a horario. A veces salía de una escuela a las 12:40 y entraba en la otra a las 13:15. Era todo a las corridas”.

Su video, donde aparece emocionado despidiéndose de las escuelas, fue subido a redes por un compañero. Desde entonces, los comentarios y mensajes no paran de llegar. “Todavía no termino de leerlos todos. No pensé que iba a tener tanta repercusión. Me llena el corazón”.

Además de enseñar, Cardozo actuó en la película de Sarmiento y fue parte del conjunto “La familia que canta”, donde perdió la timidez que luego lo ayudó en el aula.

Manuel Cardozo no solo deja una trayectoria, sino un legado. Representa a esos docentes que caminan —o pedalean— a diario, con frío, con bajo salario, pero con la profunda convicción de que educar transforma. Lo hizo sin estridencias, sin buscar protagonismo. Y terminó emocionando a toda una provincia.

“Me han querido mucho los alumnos. A veces no se da cuenta uno del impacto que deja. Ahora lo estoy viendo”, dijo con emoción.