Sin dormir, no podemos crear nuevos recuerdos; esto la ciencia ya se ha encargado de explicarlo a lo largo del tiempo. Pero el hecho de echarnos una breve siesta, descansar sin caer en el estado de ensueño, es suficiente para memorizar -tras el aprendizaje- con lujo de detalles. Así lo sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Nature Scientific Reports.
Y es que el sueño “bloquea” los mecanismos de nuestro cerebro para olvidar, reducir el neurotransmisor dopamina y, por lo tanto, facilitar la formación de la memoria. ¿Podría un estado de reposo silencioso ser tan beneficioso para la memoria? Un nuevo estudio, realizado conjuntamente por Michael Craig, investigador de la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo, Reino Unido, y Michaela Dewar, líder de investigación y profesora asistente en la misma universidad, sugiere que sí.
“La investigación reciente sugiere que el sistema de memoria fortalece los recuerdos nuevos y débiles al reactivarlos”, explica Craig. Según los hallazgos, “esto parece especialmente cierto durante el sueño y el reposo silencioso, cuando no estamos ocupados asimilando nueva información sensorial”, aclaran los autores del trabajo que establece un aporte importante de ahora en más. Además, la nueva investigación sugiere no sólo que un período de descanso tranquilo nos ayuda a recordar cosas nuevas, sino que ese descanso es crucial para retener los detalles más selectos. Es decir que la siesta cumpliría una doble función: ayuda a recuperar energías, a recargar pilas en medio de una jornada, y a su vez contribuye a mejorar los aspectos de la memoria.
Los expertos diseñaron una prueba de memoria para evaluar la capacidad de retener información concreta. Les pidieron a 60 jóvenes, hombres y mujeres, de 21 años en promedio, que miraran un conjunto de fotos. Se les pidió discernir entre fotos “antiguas” y “similares”. Si la capacidad de los participantes para retener los matices era buena, dirían que las fotos eran “similares”. Sin embargo, explica Craig, “si no se almacenan recuerdos tan detallados, los sujetos deberían perderse las diferencias sutiles en fotos similares y confundirlas con fotos antiguas”.
“Los adultos más jóvenes que descansaban tranquilamente en los minutos que siguieron a la presentación de la foto obtuvieron mejores resultados al notar sutiles diferencias en fotos parecidas”, comenta Craig. Lo que sugiere que estos participantes almacenaron recuerdos más detallados, en comparación con aquellos que no descansaron.
“Este nuevo hallazgo proporciona la primera evidencia de que un breve período de reposo silencioso puede ayudarnos a retener recuerdos más detallados”, apunta Craig. Lo que el trabajo no establece es el tiempo que debería durar la siesta. Obviamente que depende del cansancio acumulado, pero un descanso breve, como se la considera a la siesta, no debe ser muy prolongado, porque de otra manera ya se parecería al descanso nocturno.
Fuente LMNeuquén