En un gesto que sorprendió a fieles y al propio entorno eclesiástico, el papa Francisco no asistió este Jueves Santo a la tradicional misa Crismal en la basílica de San Pedro, debido a su estado de salud. El rito, que da inicio al Triduo Pascual, fue presidido en su lugar por el cardenal Domenico Calcagno.
El pontífice, de 87 años, continúa convaleciente tras haber pasado 38 días hospitalizado por una grave infección respiratoria, de la que recibió el alta el pasado 23 de marzo. A pesar de su delicado estado, el Papa repitió este jueves por la tarde uno de los actos más emblemáticos de su pontificado: la misa del Jueves Santo en la cárcel romana de Regina Coeli.
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Aunque el Vaticano no lo había confirmado oficialmente la visita, se rumoraba que Francisco podría asistir de forma privada durante la tarde, con un saludo breve a los internos. La posibilidad de su presencia generó gran expectativa, ya que este gesto, la misa de la Última Cena del Señor y el lavado de pies a los reclusos, ha sido una de las tradiciones más personales e icónicas desde el inicio de su pontificado en 2013.
El papa ya celebró este rito en la misma prisión en 2018, donde lavó los pies a doce detenidos, incluyendo a tres mujeres. Este tipo de actos en cárceles y centros de refugiados ha sido una constante en sus años como líder de la Iglesia, destacando su cercanía con los marginados.
En paralelo, Francisco va retomando poco a poco sus actividades. Este miércoles por la mañana recibió en audiencia al personal médico y directivo del Hospital Gemelli, así como a enfermeros del Vaticano, en agradecimiento por la atención durante su hospitalización.
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