Este domingo una gran imagen se encontraba desplegada sobre la fachada de la basílica de San Pedro en el Vaticano. Era la del Cura Brochero, montado sobre su mula “Malacara”. Esa imagen desde ahora es la oficial que se ubicará en las estampas religiosas que recuerden al nuevo santo argentino: El “Cura Gaucho”.

Sin embargo algo particular guarda esta imagen y es que por primera vez se ubica un animal que fue real en una estampita. En otras ocasiones los animales han ilustrado a los santos pero como forma de simbolizar el contexto en el que desarrollaban su labor. Sin embargo ahora el animal que lo acompaña al santo argentino tiene identidad e historia.

“Malacara” fue la mula que lo acompañó siempre en todo su paso de evangelización. Junto a este animal recorrió los pueblos y llegó hasta los rincones más recónditos para llevar la palabra de Dios. Brochero es un símbolo nacional argentino, sobre todo porque la gente lo considera como “uno del pueblo”, y su caballo aparece como su mejor amigo, su compañero en sus cruzadas.

Según relata la prensa cordobesa, aunque los pueblos solo estaban separados por 50 kilómetros, en las montañas de Córdoba las distancias están mediadas por las pendientes de una de las zonas montañosas menos exploradas del Cono Sur, que en tiempos de Brochero contaban con poco, si no nulo, contacto con las ciudades.

Bajo su mando de presbítero estaban 4.336 kilómetros cuadrados de valles y serranías habitadas por campesinos, prófugos e indigentes.

Y pese a ello se le recuerda por generar desarrollo en estas tierras hostiles, abandonadas por el Estado.

Conectar la ciudad moderna con el pueblo aislado es una de las contribuciones que le atribuyen Brochero, no solo en términos de transporte: gracias a él llegaron escuelas, hospitales y gobierno a las remotas sierras cordobesas.

La mula de Borchero es tan famosa como él.