Carlota Yanzón, presidenta de la Fundación Caricias y Relinchos, atraviesa una etapa fundamental en su camino profesional y personal. Luego de años trasladándose con sus caballos por distintos puntos de San Juan para brindar sesiones de equinoterapia, logró asentarse en una finca propia ubicada en El Mogote. Desde allí, recibe a más de 30 niños y proyecta convertir el lugar en sede de futuras olimpiadas especiales.

Este 21 de mayo no es una fecha más para Carlota. La psicóloga sanjuanina, con 31 años de trayectoria profesional y 18 dedicada a la equinoterapia, celebra su cumpleaños y, al mismo tiempo, un nuevo año desde que decidió apostar por su mayor sueño.

Carlota Yanzón en la finca de El Mogote, donde funciona hoy su fundación de equinoterapia. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Estoy viviendo una etapa hermosísima”, expresó emocionada en diálogo con Diario La Provincia SJ. Tras años trasladándose con sus caballos y equipamiento por distintos departamentos de San Juan, Carlota logró, junto a su pareja, comprar una finca en El Mogote. Allí funciona actualmente la fundación, y ese cambio representa mucho más que una comodidad: es el cierre de un ciclo agotador y el inicio de una etapa de estabilidad.

“Durante los últimos dos años hice 120 kilómetros diarios para alimentar a los caballos. Estaba cansada, sentía que quizás esto no era para mí. Pero recé, oré, visualicé este lugar durante muchos años. Y acá estoy, asentada, feliz, tranquila. Ya no me muevo más”, confesó.
Carlota logró asentarse con sus caballos en un espacio propio. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

La finca, que anteriormente fue un basural, requiere un gran trabajo de limpieza y reacondicionamiento. Su objetivo para este 2025 es avanzar con la recuperación de una hectárea del terreno para construir dos pistas: una terapéutica y otra deportiva, pensadas especialmente para niños con discapacidad. Aunque el camino es desafiante —personas ingresaron a robar farolas y cables—, Carlota no pierde la motivación. Apunta a conseguir elementos como palos, tablas y farolas solares para iluminar el predio, con la mirada puesta en 2026: su sueño es que la fundación pueda postularse como sede de las olimpiadas especiales, evento al que ha asistido durante más de diez años con sus alumnos en San Rafael y San Luis.

El trabajo con los niños y sus familias es el gran motor que la impulsa a seguir. Aunque cada año piensa que puede ser el último, siempre vuelve.Mi mayor motivación son los chicos. Veo los cambios, veo a los padres. Es una terapia que se trabaja mucho con la familia. Amo trabajar con ellos. Mi consultorio está debajo de unos árboles, con los animales sueltos. Personas con y sin discapacidad vienen con su mate a hacer terapia, como si fuera una clínica”, relató.

Un espacio soñado: bajo los árboles, Carlota montó su consultorio a cielo abierto. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Además de las sesiones, Carlota apuesta a la formación. Este año, organizó una capacitación teórico-práctica en equinoterapia. “No solo fue la teoría, al día siguiente vinieron familias con sus hijos y realizamos mini sesiones con casos reales. Fue tan bonito que decidí repetirla en agosto, compartió con entusiasmo. En paralelo, consolidó un equipo de voluntariado basado en la Ley del Voluntariado, con convenios formales, apuntando a que más personas comprendan el valor de este trabajo solidario.

En cuanto a la matrícula, el 2024 cerró con más de 40 niños, y si bien en esta época del año —por el frío— suele disminuir, actualmente cuenta con 30 chicos asistiendo, una cifra inusualmente alta para esta etapa. “Nunca habíamos tenido tantos niños montando en esta época. Eso habla de la confianza y del crecimiento”, destacó.

La visión de Carlota va más allá de la terapia sobre el caballo: su misión es trabajar integralmente con cada familia. “Si lo que hago en equinoterapia no repercute en todas las áreas que atraviesan a la persona con discapacidad, estoy haciendo mal mi trabajo. Por eso, trabajo mucho con los padres, les pido los cuadernos, me involucro. La mirada de la familia hacia el niño cambia, y la autoestima de ellos se eleva. Eso es invaluable”, afirmó.
Carlota cumplió uno de sus grandes sueños. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Con todas las habilitaciones legales en regla, Carlota continúa soñando y construyendo. Desde su lugar en El Mogote, con esfuerzo y vocación, proyecta seguir creciendo y ofreciendo un espacio de contención, aprendizaje y amor para niños y familias. “Hoy estoy feliz, estoy donde siempre soñé”, cerró.