Hace cinco años, Nadya Carrión tomó una decisión que le cambió la vida: dejó atrás una carrera de una década en el ejército, y volvió a su pueblo natal, Barreal, en el departamento de Calingasta. Lo hizo movida por un viejo amor, uno que siempre la acompañó entre costuras, lanas y aromas: el amor por las artesanías.

Fui soldado voluntario del Ejército RIM 16 de Uspallata, en Mendoza. Pero siempre había algo artesanal en mí. Siempre hacía alguna cosita en los tiempos libres”, contó con emoción a Diario La Provincia SJ. Ese “algo” se transformó en un emprendimiento sólido que hoy crece día a día desde su casa, donde también cría a sus tres hijas: Xiomara (14), Luisana (13) y la pequeña Julia, de apenas un año.

La inspiración de su emprendimiento nació en la infancia, viendo a su abuela tejer y coser. Foto: Diario La Provincia SJ.

Nadya ingresó al Ejército a los 21 años y permaneció casi diez, cumpliendo con rigor y vocación su servicio. Sin embargo, había una inquietud que nunca se apagó: “Tejía mucho también, tejía polainas. Siempre esa parte de artesana me llamaba”. Y ese llamado fue imposible de ignorar.

Su incursión en todo esto se dio gracias a su abuela, quien cosía y tejía con dedicación. Inspirada en ella, Nadya decidió estudiar corte y confección. De ese proceso surgieron los productos que hoy llenan sus ferias: neceseres, bolsos, caminos de mesa, velas y jabones artesanales, todo hecho a mano, con un sello único y profundamente calingastino.

Nadya estuvo 10 años como voluntaria en el ejército pero en esos tiempos el amor por las artesanías ya estaba.

Fue el mejor paso que di. No me arrepiento de haber dejado el Ejército, para nada. Estoy feliz con esto”, afirmó convencida.

Emprender desde Barreal, con la familia como motor

Instalada nuevamente en su tierra natal, Nadya se organiza para trabajar desde casa, lo que le permite cuidar de su hija menor. La maternidad y el emprendimiento no son fáciles de equilibrar, pero cuenta con el respaldo incondicional de su familia. “Mi marido me apoya un montón. Se queda con las nenas cuando yo voy a las ferias”, explicó.

Nadya hace distintos productos en su casa mientras también cuida a sus hijos.

Él es gendarme y músico, y ahora la posibilidad de traslado es difícil, por eso decidieron quedarse definitivamente en Barreal, el lugar que sienten como hogar. Además, Nadya proviene de una familia numerosa y emprendedora: son siete hermanos y casi todos tienen su propio proyecto.

Su emprendimiento, un sueño que crece

El corazón comercial del emprendimiento late en las ferias, especialmente en la feria artesanal de la plaza de Barreal, donde los productos de Nadya se destacan por su originalidad y calidad.

Dejó el Ejército después de casi 10 años para dedicarse por completo a su pasión: las artesanías. Foto: Diario La Provincia SJ.

Lo que más se vende son los neceseres. Están hechos con telas especiales, muchos pintados a mano. También los bolsos, que están forrados y pintados artesanalmente”, detalló la artesana que hace unos días participó de la feria que se hizo por la Fundación de San Juan en la plaza de la Hipólito Irigoyen.

Además de bolsos y neceseres, Nadya también pinta caminos de mesa y estampa a mano pequeñas cestas, con la idea clara de mantener su identidad en cada pieza.

Los bolsos son los más pedidos por los clientes.

Aunque ya logró mucho, Nadya no se detiene. Tiene un objetivo claro: llegar a ser mayorista y llevar sus productos a más rincones del país. “Es un sueño que tengo, ojalá que no muy lejano”, confesó entre risas, con la esperanza intacta de seguir creciendo desde su lugar en el mundo.

En un contexto donde muchas mujeres eligen reinventarse, la historia de Nadya Carrión es una de esas que inspiran: la de una mujer que dejó el uniforme para seguir a su corazón y encontró, en lo artesanal, su verdadero destino.

Los productos nacen de su creatividad.
Nadya estuvo 10 años como voluntaria en el ejército pero en esos tiempos el amor por las artesanías ya estaba.