Sus ojos se cristalizan de emoción al mirar el pasado y comparar con el presente. Ambos son padres, dieron todo para criar a sus hijos y ahora decidieron apostar a sus sueños. “La vida no es fácil, tiene sus sacrificios“, indicó uno de ellos tocándose el rostro curtido por el sol y con las manos surcadas por el paso de los años. Armando Álvarez (68) y Julio Gómez (72), son dos sanjuaninos oriundos del departamento San Martín que, hoy celebran el Día del Padre, con el orgullo de haber criado “los mejores hijos“.

En San Juan hay historias que merecen ser contadas. Historias de lucha, amor, fe y trabajo duro. Armando y Julio son amigos y tras décadas de trabajo en viñedos y bodegas, encontraron en la familia y en Dios su verdadera fuerza para salir adelante. Hoy, ambos son el corazón de dos emprendimientos locales que nacieron del sacrificio y el deseo de dejar huella.

Armando Álvarez: “El padre es padre, no es amigo de un hijo”

La historia de Armando comienza con una bicicleta y un amor. Desde joven cruzaba el río San Juan para ver a Norma Tello, su esposa desde hace 45 años. “La conocí en un baile de carnaval en San Isidro. Ella era de Santa Lucía y yo iba a visitarla en bicicleta desde San Martín”, comenzó contando con emoción a Diario La Provincia SJ.

Armando y Norma llevan 45 años de matrimonio. Se conocieron en un baile y nunca más se separaron. Hoy tienen 4 hijos y nietos.

Ambos se casaron tras cinco años de novios y aquellos inicios fueron “bastantes sacrificados”. Él no tenía trabajo estable y ella era maestra costurera. Tiempo después se abrió la posibilidad de trabajar como contratista de viña y como si la vida estuviera planificada, empezaron a llegar los niños. “Los chicos vinieron recién después de los dos años de casado. O sea que disfrutamos el matrimonio“, agregó dejando soltar una risa.

Padre de cuatro hijos —una docente, una enfermera, un profesor de carpintería y un sociólogo—, Armando destacó que la educación y el esfuerzo fueron pilares en su familia. “Mis hijos se iban en bicicleta 10 kilómetros hasta el colegio Don Bosco. Almorzaban en la escuela, volvían tarde. Pusieron todo el empeño y hoy se desenvuelven solos”, recordó con orgullo subrayando: “todos salieron excelentes alumnos”.

Para él, el ejemplo de ser papá es lo mejor para la formación de los hijos pero también el acompañamiento y saber que “el padre es padre, no es amigo del hijo“. Eso permite poner orden y diciplina con el corazón.  “Yo me jubilé en la viña y todo era muy sacrificado. Mis hijos para ayudarse con los estudios y los pasajes, trabajaban. Con eso se costeaba los libros y los pasajes para ir a la facultad. Ahora han venido los nietos. Y es una bendición porque ahora ve uno los frutos del sacrificio“, expresó con los ojos cristalizados de la emoción.

Armando Álvarez, viticultor sanjuanino, convirtió el sacrificio familiar en un vino con historia: “Fernando”, en honor a su padre. Foto: Diario La Provincia SJ.

Tras jubilarse como contratista de viña, Armando volvió a sus raíces y puso en marcha su emprendimiento de vino casero: “Vino Fernando”, en homenaje a su padre. Fue él quien le propuso hace 24 años, en el 2001, hacer vino rústico, casero. Así fue como molieron la uva e hicieron la fermentación. “Él no llegó a probar el vino porque falleció de cáncer con 67 años. Entonces, yo en honor a él le puse ese nombre“, agregó.

Hoy él tiene un salón y maquinaria para hacer vino. Usa uva cereza, “la más noble de San Juan” y su producción tiene buena llegada a la gente. Tal es así que ya mandaron vino a Buenos Aires, Misiones, Córdoba, ¡hasta a Alemania y Australia!.

Para Armando, la familia y la fe han sido su motor. “Antes con mi señora era todo para los hijos y para la casa. Ahora ya queremos respirar. Ahora esto nos llena de alegría a nosotros”, finalizó.

Julio Gómez: “un consejo para los hijos es que tengan la cultura del trabajo y la cultura del estudio”

La historia de Julio Gómez es una historia de amor, fe y desafíos. A su mujer, Norma Cataldo, la conoció de muy chico. Es que eran vecinos y el amor surgió siendo muy jóvenes. “Cuando uno era joven, ser primer papá era difícil por el trabajo. Uno quería tener todas las cosas materiales primero para que a la señora y a los hijos no le faltara nada, se dedica mucho al trabajo pero nunca alcanzaba”, recordó.

Julio tiene tres hijos y nueve nietos. El amor para él es la base de todo.

Por aquel entonces él trabajaba casi de sol a sol. “Para temporada de cosecha se trabaja mucho, de día, de noche, sábado, domingo“, destacó subrayando que hacía eso porque “no quería que a los hijos le faltara nada”. Sin embargo se dio cuenta que lo más importante estaba faltando: compartir más tiempo en familia.

Tras décadas de trabajo intenso en bodegas, un quiebre espiritual cambió su vida. “Me encontré con un Jesús vivo y resucitado, gracias a un sacerdote amigo que nos llamó para aprender algunas cositas sobre Dios. Nos enseñó que ese Dios está vivo y resucitado, y está ahora acá con nosotros. Y fue así que, queriendo seguir a ese Jesús, dejé 20 años de servicio en esa empresa porque creo que no era el plan que tenía Dios para mí. Me parece que el plan para cada uno es ser libre y feliz”, confesó.

“A los nietos no hay que darles cosas, hay que darles cariño”, asegura Julio, abuelo de nueve.

El paso no fue fácil y generó muchos desafíos, miedos y esperanzas. Esa decisión lo llevó a emprender junto a su esposa. Con el tiempo crearon su propio emprendimiento “Artesanías Plásticas San Isidro Labrador”, donde elaboran bolsos con flejes reciclados de embalajes de bodegas. También producen conservas, dulces y salsas caseras, que venden en ferias y eventos populares.

Es un microemprendimiento real. Con lo que cobramos de jubilación cubrimos lo básico y con lo que vendemos podemos compartir una buena comida en familia cada domingo”, agregó. Y dejó un mensaje claro: “Que los jóvenes se acerquen a Dios, cultiven el trabajo y el estudio. Y que no caigan tanto en el consumismo. Hay que ser el propio patrón”.

Con materiales reciclados de bodegas, Julio crea bolsos artesanales. Su proyecto se llama “San Isidro Labrador”. Foto: Diario La Provincia SJ.

Dos padres, un mismo mensaje: el valor del esfuerzo, la fe y la familia

Este Día del Padre, las historias de Armando y Julio son un homenaje a todos los padres que, con sacrificio y amor, han sabido construir más que hogares: han sembrado raíces profundas que hoy florecen en sus hijos, nietos y en proyectos que son ejemplo para nuevas generaciones.

Desde una copa de vino casero hasta una bolsa reciclada hecha a mano, su legado vive en cada detalle, en cada enseñanza y en cada gesto de gratitud. Porque como ellos lo dicen, “la familia y Dios son el verdadero motor para seguir adelante“.