Este viernes 13 de junio, San Juan conmemora un nuevo aniversario de su fundación. En la previa a esta fecha tan significativa, vale la pena detenerse a observar un aspecto que ha sido clave desde los orígenes mismos de la provincia: la presencia de la fe y el papel de la Iglesia en la historia social, cultural y educativa de la región.
Alrededor del año 1655, la Compañía de Jesús se instaló por primera vez en la región de Cuyo, marcando un antes y un después en la vida sanjuanina. Desde entonces, y durante toda la época colonial, la enseñanza y la vida cultural estuvieron fuertemente ligadas a las órdenes religiosas, como los jesuitas, los dominicos y mercedarios.
Estas congregaciones no sólo formaban a los jóvenes en aulas de latinidad y teología, sino que también monopolizaban el acceso al conocimiento. La educación, la religión y el control cultural estaban estrechamente entrelazados.
Control cultural y censura: la expulsión jesuítica
La expulsión de los jesuitas en 1767 por orden del rey Carlos III fue un golpe profundo al entramado educativo y cultural de San Juan. El vacío que dejaron en las escuelas y bibliotecas se sintió durante décadas, en una región donde la producción literaria era casi nula y la censura religiosa controlaba estrictamente lo que podía leerse o enseñarse.
Las Leyes de Indias, vigentes en la época, prohibían expresamente la circulación de novelas, fábulas o literatura de fantasía. Para las autoridades eclesiásticas, estos géneros eran una amenaza a la moral y a los objetivos pedagógicos religiosos.
Procesiones, imágenes y un fervor que se hereda
En 1670, San Juan tenía apenas 180 a 200 habitantes. Dos siglos después, esa cifra había trepado a 13.000. La sociedad era estructurada, patriarcal y fuertemente jerárquica, centrada en la autoridad del varón. Las familias incluían no solo parientes de sangre, sino también criados, siervos, indígenas y trabajadores rurales bajo la protección de los hacendados.
A pesar de las restricciones y la rigidez social, la fe siempre ocupó un lugar central. Las expresiones religiosas en torno a las iglesias y las procesiones populares marcaron la vida cotidiana de generaciones.
Con la llegada de la fotografía en los siglos XIX y XX, San Juan comenzó a retratar ese fervor religioso que aún hoy se mantiene. Las imágenes de la época muestran a las familias vestidas con lo mejor que tenían, pañuelos blancos en alto, flores en mano, acompañando a sus santos con devoción.
Las procesiones a Don Bosco en Capital, a la Virgen del Rosario en Ullum o a Santa Bárbara en Pocito, entre otras, son parte del patrimonio intangible sanjuanino. Más allá del paso del tiempo, muchas de estas tradiciones siguen vivas y se renuevan en cada generación.
En la historia de San Juan, religión, cultura y educación caminaron siempre de la mano. A pocos días de celebrar un nuevo aniversario de su fundación, la provincia reafirma ese legado de fe y pertenencia que la define desde sus orígenes.
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