Estuvo medio siglo funcionando con el ritmo de San Juan y este miércoles dirá adiós. Confitería El Águila cerrará sus puertas para siempre y con este momento quedará en la historia todo lo tangible e intangible que supo contener este lugar. Quien ingresaba allí se encontraba con las tradicionales meses que formaron parte de la escena desde sus inicios. Además el aroma a tortitas recién horneadas o a medialunas, se convertían en buen anzuelo para todos.

Desde su fundación en 1972, el local se convirtió en un espacio emblemático para generaciones de sanjuaninos y en un punto de encuentro clave para el mundo político, social y cultural. Bajo la dirección inicial de la sociedad Margarit y Alsina, y más tarde, con la llegada de Juan Navas, el negocio tomó un rumbo familiar que hoy llega a su fin con el retiro de sus hijas, Rosa y Mabel Navas, quienes lo administraron en los últimos 22 años.

El Águila para mí y para mi hermana, significa toda una vida, porque nosotros hemos trabajado desde muy chicas, muy jóvenes, al lado de mi padre. Ha formado parte de la vida nuestra y de nuestros hijos. Nosotros, a la par que trabajábamos, criábamos nuestros hijos, que sabían estar en el negocio. Esto es algo muy importante y que nos cuesta mucho llegar a esta instancia. Han pasado muchos años, se hace difícil pero es una etapa que se cumple”, expresó Rosa Navas a Diario La Provincia SJ.

Rosa Navas y su hermana Mabel tomaron las riendas de El Águila hace 22 años. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

En la memoria de cada una de ellas transita innumerables recuerdos y anécdotas. Algunas hacen referencia a quiénes pasaron por allí y otras al mobiliario que formó parte de la historia de El Águila. Rosa repasó “cinco joyas” que guardará en el baúl de sus recuerdos.

1. Las míticas tertulias políticas

En los años dorados de El Águila, especialmente durante su etapa en Mitre y Mendoza, las mesas del café fueron escenario de innumerables reuniones políticas. Líderes de todos los partidos compartieron charlas y debates sin distinción, gracias al espíritu neutral y hospitalario de Juan Navas. Por allí pasaron nombres como Eloy Camus, Ruperto Godoy, Barrera Guzmán, los Caselles y Wbaldino Costa, entre otros. Fue un verdadero café de la política local, donde se tejían relaciones y se discutían ideas.

El Águila estuvo por 30 años en Mitre y Mendoza, donde recibió a figuras de la política, de la cultura y de la sociedad. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

Mi padre era una persona muy sociable y, como él no tomaba partido por ninguno, entonces se daba la posibilidad de que se formaran esas reuniones y esas charlas de café que nosotros estábamos acostumbradas a ver“, recordó Rosa.

2. Punto de encuentro social y cultural

El Águila también fue sede de encuentros sociales y culturales. Grupos de mujeres, como el recordado “El Refugio”, organizaban lecturas y charlas con invitados especiales. También eran habituales las reuniones mensuales de maestras de la Escuela Normal Sarmiento y otros colectivos educativos y sociales. La confitería fue mucho más que un café: fue un espacio de comunidad.

El café de El Águila siempre era acompañado por tortitas, semitas o productos de la pastelería artesanal. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

3. Pastelería artesanal y recetas con historia

Uno de los grandes sellos del lugar fue su pastelería artesanal, basada en recetas originales de Juan Navas, maestro pastelero. La producción siempre fue 100% artesanal, sin premezclas ni productos congelados. Merengues con crema, biscuit a la reina, postre polonés, colaciones de alcayota y masas finas eran solo algunas de las especialidades más buscadas. Incluso llegaron a tener 15 variedades distintas de masas, una rareza en la oferta local.

Tenemos una pastelería tradicional que son recetas heredadas, que se fueron haciendo en el tiempo y muchas son de mi padre. Él era maestro pastelero. Entonces esas recetas se conservan acá y se han seguido haciendo. Hay cosas que se hacen iguales hace muchos años. Aquí no se usan premezclas. Todo lo que se hace es artesanal. Entonces, eso es lo que la gente nos dice que van a extrañar”, confesó Rosa.

El Águila tuvo historia y tradición familiar. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

4. Mobiliario con historia y vajilla exclusiva

Las mesas originales, compradas en Buenos Aires hace 50 años, y la vajilla con el logo grabado fueron parte del estilo inconfundible de El Águila. En tiempos en que pocos negocios invertían en detalles personalizados, la confitería apostaba a una identidad visual clara. Las mesas, ahora en venta, son parte del legado tangible que deja el local.

Las mesas son tradicionales y no hay en San Juan otro negocio con este tipo de mesas. Como toda la vajilla que nosotros usamos, en ese tiempo casi eran muy pocos los negocios que tenían con el logo grabado, de vasos, de tazas, todo estaba con ese logo. Esas son las cosas que mi padre hizo en ese momento. Las mesas mi padre las compró hace 50 años en el momento en que se inauguró la confitería. Tienen ese tiempo”, aseguró Rosa.

Las mesas forman parte de El Águila desde hace 50 años cuando Juan Navas las compró en Buenos Aires. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

5. El cartel de “El Águila”, símbolo imborrable

El cartel original con letras cursivas, colocado en sus distintas ubicaciones a lo largo de los años, se mantuvo intacto. Rosa y Mabel confirmaron que no está en venta: “Es nuestra firma, lo vamos a guardar”. Para muchos clientes, ese cartel representa la memoria visual de décadas de encuentros, meriendas y celebraciones.

Un legado que continúa

Aunque El Águila cierra sus puertas este 30 de abril, el espíritu pastelero seguirá vivo: el hijo de Rosa Navas ya aprendió el oficio y planea abrir su propio emprendimiento dedicado exclusivamente a la pastelería artesanal.

Néstor estuvo 12 años trabajando en El Águila y significa una parte de su vida. Foto: Diario La Provincia SJ / Maximiliano Huyema.

“Nos vamos con la satisfacción de haber mantenido la calidad y la tradición”, expresó Rosa a Diario La Provincia SJ, emocionada por las muestras de cariño recibidas: “Venían jóvenes que nos decían ‘mi abuelo me traía a tomar el té acá’. Eso nos emociona y nos llena de orgullo”.