Como tesoros invaluables, de puño y letra de los veteranos y caídos, las cartas de Malvinas aguardan una próxima vez, tal vez un 2 de abril, para volver a ser leídas. Escritas bajo un manto de neblina y en medio del frío arrollador antártico, dos manuscritos retratan la historia de dos sanjuaninos bajo la línea de fuego.

Se trata de Agustín Hugo Montaño y Jorge Flores, ambos combatientes en el conflicto bélico a quienes les tocó defender a la patria desde distintos lugares. Miguel, hermano de Agustín, contó la historia de su hermano, piloto de un avión Pucará, que murió en un bombardeo a una base aérea; se trata del primer sanjuanino caído en combate. Por otro lado, Jorge Flores, veterano de guerra, compartió en primera persona su experiencia de juventud, lejos de casa y con la muerte muy de cerca.

Agustín y la noticia que quebró todo

La mala noticia sobre la muerte de Agustín llegó en un Falcon verde, a la puerta de la casa de los Montaño, en el momento en que Miguel y su madre leían la carta de Agustín, escrita hacía poco más de una semana. “Su hijo había dado la vida por la patria en las Islas Malvinas”, le dijeron oficiales del Ejército Argentino. Miguel se había salvado de ir por la baja numeración; apenas tenía 18 años, aquel triste 5 de mayo.

Hugo, el primer caído sanjuanino en Malvinas.

Estábamos confiados en que no iba a pasar nada, pero la información llegaba lentamente. Avisamos a amigos, vecinos y parientes, y esperamos un cuerpo para velarlo. Pasaron semanas y años, y el cuerpo quedó para siempre en las Islas Malvinas”, recordó Miguel a Diario La Provincia SJ.

El 1 de mayo, mientras un avión inglés atacaba a un Pucará que no arrancaba, Agustín estaba tratando de hacerlo funcionar con sus compañeros. Las bombas cayeron y el avión, artillado con cohetes y lleno de combustible, voló en mil pedazos. Allí cayó el primer sanjuanino muerto en la Guerra de Malvinas. Su cuerpo fue colocado en una bolsa de dormir y quedó allí hasta que los ingleses invadieron nuevamente las islas. “La guerra terminó el 14 de junio y, poco a poco, comenzaron a levantar los cuerpos de los campos de batalla, quedando él en el cementerio de Darwin”, relató Miguel.

Su familia pudo viajar a Malvinas a visitar su tumba.

Muchos años después, pudieron visitar su tumba. “Mi madre lo hizo primero en 1992 y yo en 2017, cuando se organizaron viajes desde San Juan. Cuando uno pierde a un ser querido, se pregunta cómo murió, dónde, quién lo mató, y si sufrió o no. Pasaron muchos años antes de que pudiéramos ir en diferentes viajes humanitarios”, dijo Miguel.

La carta de Agustín está fechada el 17 de abril, 13 o 14 días antes de su muerte. “Él la envió a mi hermana porque mi madre se estaba cambiando de domicilio y no tenía su dirección. En la carta, Agustín comunica que está en las Islas Malvinas, pregunta por las hijas de mi hermana y menciona que había llegado el 9 de abril, justo para Semana Santa”, explicó Miguel.

La carta de Hugo, entre la emoción y la despedida.

Agustín describe el frío de los primeros días, la abundancia de pasto y los muchos aviones y soldados argentinos. Hasta ese momento, los ingleses aún no habían llegado. Expresa su patriotismo y la preparación de los soldados argentinos para defender la patria, aunque nunca esperaron lo que sucedería después.

Hugo era papá y pidió a su familia que contuvieran a su esposa.

Una parte muy dolorosa de la carta es cuando menciona a su esposa y su hijo, un bebé de un año que quería escapar todo el día. Habla en tiempo pasado, como si supiera que ya no los volvería a ver, lamentando dejar a su hijo para siempre”, manifestó Miguel. También mencionó que estaban construyendo su casa, que había llegado hasta el techo, y que su esposa estaba estudiando y le iba muy bien. “Se lamentó no haber podido venir a San Juan el fin de año anterior ni para Semana Santa debido a la guerra”.

El cuerpo de Hugo nunca volvió a San Juan. Descansa en el cementerio de Darwin.

Agustín le dijo a su madre que estaban bien y que le escriba a Alicia, su esposa, quien necesita una carta más que él. “La carta es un intento de tranquilizar a la familia y pedirles que cuiden de su hijo y de su esposa”, aseguró Miguel.

Al final de la carta, pregunta por mí, y aunque yo acababa de cumplir 18, dice: ‘Dale, saludos a Miguel, a ver si se compone’. Es un saludo lleno de cariño hacia la familia y los amigos”, recordó.

En la guerra murieron 23 sanjuaninos, entre ellos, Hugo Montaño.

La carta está muy referenciada, ya que escribe desde la zona donde estaba en la Isla Soledad, vía Comodoro Rivadavia. “Esta carta forma parte de uno de los tres libros que hemos escrito con mi esposa sobre la participación de San Juan en la Guerra de Malvinas, donde contamos la historia de los 23 sanjuaninos que fueron a la guerra”, dijo Miguel, quien ahora es historiador. “Esta experiencia me marcó la vida para siempre y despertó en mí un interés profundo por la historia. Hoy en día, tengo más de 350 títulos sobre Malvinas en mi colección, la más grande de San Juan y el norte argentino”.

La muerte de Hugo, en la prensa.

Jorge Flores y las cartas salvadoras

Jorge Flores compartió su testimonio sobre la guerra, destacando la importancia de las cartas que escribió durante su tiempo en el conflicto. “Nosotros teníamos papel y lapicera y comenzamos a escribir mucho. Varios veteranos que estuvieron allí también escribieron cartas, aunque algunos han fallecido y otros aún las conservan”, dijo y agregó: “La carta que yo tenía llegó muy tarde a mi madre. Siempre le decía que no me gustaba la polenta y que me mandara 10 millones, que era mucho dinero en esa época. Un día vi que las había guardado y le pedí que me las diera para plastificarlas, para que no se rompieran y pudiéramos mostrarlas en un museo o en las charlas que damos en la escuela. También se las mandé a mis amigos y primos”.

Jorge malviniza con su historia y atesora las cartas que enviaba a su familia. Fotos: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ.

Según manifestó, el sueldo del soldado era lo que valía un atado de cigarrillos. “Uno pensaba que la guerra iba a terminar pronto, así que mi madre me mandaba plata”, expresó. Estaban entrando en el invierno y en ese momento hacía 10 grados bajo cero. “Aunque teníamos abrigo, el frío se filtraba por todas partes. Hubo días en que las temperaturas llegaron a 15 o 16 grados bajo cero”, recordó Flores y aseguró que siempre tuvo fe en que iba a volver: “Otros tuvieron la misma suerte, y ahora nuestra misión es honrar a los muchachos que no pudieron regresar”.

El excombatiente recordó la importancia de las cartas en la guerra.

En las cartas, le mandaba saludos a su madre, quien se enteró del conflicto, con quien tuvo un reencuentro muy emotivo. “No le dije que llegaba, y al verla, noté que estaba muy envejecida y triste. Cuando nos encontramos, fue algo inolvidable, maravilloso. La guerra misma deja recuerdos imborrables, y el recuerdo de mi madre es uno de ellos”, aseguró.

Jorge recuperó las cartas y las preservó del paso del tiempo.

Jorge le tocó servir en la Infantería de Marina y fue asignado al Puerto Belgrano, a 15 km de la base donde estaban los buques. “Allí, nos preparaban con pruebas de subsistencia, tiro de día y de noche, y ejercicios de armar y desarmar un arma con los ojos vendados”, contó.

La memoria escrita de Malvinas, en cartas.

En el desembarco, cargaban pesadas armas y municiones. “No teníamos miedo, pero cuando comenzaron los disparos cercanos, todos sentimos miedo. Era una situación difícil”. Estaban adiestrados para operar en aire, tierra y mar; una vez que tomaron el objetivo de apoyo a los comandos, donde dos personas fallecieron, comenzaron a llegar todas las tropas de la Fuerza Aérea a la isla.

Jorge comparte su historia en escuelas y actos en San Juan.

Luego de eso, les dieron otras misiones, “como cuidar las pistas de aterrizaje donde salían los aviones del continente, ya que los chilenos estaban expectantes y podrían aprovechar la situación para llevar comida y municiones a la isla y regresar rápidamente”, relató.

Estuvimos allí hasta el cese de fuego, y luego nos llevaron de a poco de regreso a nuestros batallones”, finalizó Jorge.

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