Desde Zonda, en pleno contacto con la naturaleza de San Juan, una mujer lleva más de dos décadas dando vida a un oficio profundamente artesanal y sustentable. Liliana Díaz es artesana, grabadora y emprendedora. Su especialidad: cuadernos y libretas hechas completamente desde cero, desde la elaboración del papel con fibras naturales hasta las tapas, confeccionadas con cartón reciclado y decoraciones únicas.

Mi emprendimiento tiene más de 20 años. Aprendí donde estudié, en la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes. Ahí aprendí a hacer papel. Y a partir de saber bien cómo era la técnica, empecé a hacer papel. Y después, con el tiempo, seguí haciendo cuadernos. Y ahora es a lo que me dedico enteramente”, contó Liliana a Diario La Provincia SJ.

Su conexión con el papel nació desde su formación académica, donde encontró una pasión que luego se convirtió en sustento y estilo de vida. “Dentro de mi formación, que es como grabadora, una de las partes de estudio principal es el soporte, dónde estampar un grabado. Y es el papel. Entonces, bueno, a partir de ahí, aprendimos a hacer papel. Y ahí empezó toda la maraña”, relató.

El papel que usa Liliana es hecho a mano a partir de fibras naturales como caña, carrizo y totora recolectadas en la zona.

Liliana elabora papeles a partir de fibras naturales como totora, caña, carrizo y cortadera, recolectadas cuidadosamente según la estación. “Se cosecha la fibra, se cosecha la totora, por ejemplo, en invierno. Después se cocina, se machaca, es un proceso largo. Y al final de muchas horas de trabajo se arman los papeles y se secan”, explicó.

Cada hoja, cada textura, cada cuaderno es único. Y su proceso es íntegramente manual, sin producción masiva: “Es un trabajo enteramente artesanal. Entonces, es como muy acotada la producción y a pedido, básicamente”.

Tapas con historia: de cartones a obras de arte

Las tapas de sus libretas tienen también una historia de reutilización y compromiso con el medio ambiente. “Recolecto cartones. A veces los pido por las redes o mi familia, mis amigos me juntan cartones de cajas de zapatos, de tapas de cuadernos viejos, de carpetas viejas, y yo recupero esos cuadernos”, indicó.

Cada libreta es una pieza única: pueden estar pintadas, bordadas, estampadas o intervenidas con técnicas de grabado.

Luego, cada cuaderno cobra vida con diferentes técnicas: xilografías, acrílicos, bordados o estampas. “A veces los papeles también me los dan y yo los intervengo pintados, a mano”, añadió.

En cuanto al tipo de encuadernación, ofrece desde el práctico espiral hasta la costura copta, un método más artesanal y visible, similar a los antiguos libros cosidos a mano. “Utilizo papel de bagazo de caña de azúcar, que también es ecoamigable para los interiores, y elástico. A veces algunos tienen cierre de madera, voy recuperando a veces collares que me encuentro por ahí, entonces uso las piecitas para hacer los cierres. Me encanta reutilizar materiales”.

Entre todas sus creaciones, hay un producto que se convirtió en su marca registrada: los mini anotadores de 6,5 cm x 5 cm. “Le llama la atención a grandes y a chicos. Y es más cómodo para el bolso. Las niñitas sobre todo vienen, y si quieren hacer dibujitos chiquititos, entonces vienen y se llevan. Los mini-minis son como mi estrella porque haga lo que haga, siempre sale”, confesó.

Con cartones recuperados y cierres hechos con piezas de collares reciclados, Liliana transforma lo descartado en arte funcional.

La venta de estos anotadores es constante, incluso en ferias donde a veces la demanda general es baja. “A veces no vendo nada, y es lo único que sale, los mini. Pero no solamente para niños, para todos. Para todos, los lleva todo el mundo”.

Un emprendimiento con alma

Liliana trabaja sola, aunque recibe el apoyo ocasional de su familia en la recolección de materiales. Sus ventas se dan principalmente en ferias y en la tienda del Chalet Cantoni, aunque tiene la intención de ampliar su alcance. “Tengo previsto incorporarme a alguna otra tienda de diseño. Intento que mis productos crezcan, se conozcan más”, aseguró.

A pesar de los desafíos económicos, continúa apostando a su arte. “Yo intento vivir con este que es mi emprendimiento. Es un intento a veces muy duro, porque se vende poco, pero todas las semanas tengo ventas, todas las semanas”, finalizó.

El papel que usa Liliana es hecho a mano a partir de fibras naturales como caña, carrizo y totora recolectadas en la zona.