Hace un año y nueve meses, Carla Giusto y Sebastián defranco dejaron atrás la vida convencional para abrazar la aventura. Desde el 2023 recorren la Argentina a bordo de una motorhome que construyeron con sus propias manos. Su último destino: San Juan, donde además de hacer turismo, venden artesanías para sostenerse.
Carla era docente de primaria y Sebastián trabajó durante años limpiando vidrios en edificios y negocios. Ambos son oriunda de Mar del Plata y su historia comenzó hace una década, cuando se conocieron y él le propuso un sueño que cambiaría sus vidas para siempre.
“Cuando nos conocimos, Seba me propuso vivir viajando. Al principio yo estaba negada, pero la vida me fue llevando. Hace cinco años lo empezamos a planear: juntar plata, pensar en el vehículo, armar todo”, contó Carla a Diario La Provincia SJ.
El proceso no fue sencillo. Durante tres años, mientras alquilaban un departamento en Mar del Plata, fueron comprando los elementos necesarios para construir su casa rodante: cocina, ducha, calefón, todo a pulmón y paso a paso.
“Nos conocimos en 2015 y yo ya quería viajar desde hacía mucho. Nunca la presioné porque sentía que en algún momento lo iba a querer hacer”, relató Sebastián. “Y así fue. Hace 5 años empezamos a comprar y guardar todo en una habitación del departamento, y después la motorhome comenzó a tomar forma”.
Dejar la rutina para abrazar el camino
Para Carla, la decisión no fue fácil. Dejar la docencia fue cortar con años de vínculos, rutinas y afectos. “Fue dejar mi trabajo de toda la vida y también a mis compañeras, mis amigas. Fue muy emotivo. Igual sé que cuando vuelva, nos vamos a reencontrar. Pero sí, se extraña”, expresó.
Ambos son padres de hijos ya adultos, lo que les permitió emprender esta nueva etapa sin mayores ataduras. “Él tiene un hijo y yo tengo una hija pero ya son grandes, tienen su vida formada. Nosotros esperamos a que ellos crecieran, tuvieran sus vidas y pudieran volar con su propia vida formada”, agregó.
Tras estas palabras, Sebastián destacó que hoy el avance de la tecnología permite que los afectos se sientan cerca gracias a las comunicaciones. “Antes era imposible comunicarse a la velocidad que te conectas hoy con el teléfono. Hoy apretás un botón o un clic o lo que sea simplemente y ya estás hablando, ya estás conectado. Entonces las distancias se acortan mucho“, aclaró él.
Un estilo de vida diferente, con desafíos y recompensas
La vida en la ruta no es idílica, advierten. “No es todo color de rosa”, reconoció Carla subrayando que “tiene sus pros y sus contras, pero cuando ponemos todo en la balanza, seguimos eligiendo esto”.
Sebastián agregó: “Tenés otros problemas: no saber dónde vas a dormir, cómo está la ruta, si vamos a vender o no. Pero también conocés gente, compartís experiencias, hablás con todo el mundo. Eso lo hace especial”.
Instalados por estos días en San Juan, planean visitar Ullum, Punta Negra y la Difunta Correa, mientras trabajan largas jornadas con su puesto de artesanías, que es su principal fuente de ingresos.
“Metemos muchas horas de trabajo. Nos gusta hablar con la gente, contar nuestra historia y seguir soñando con este proyecto que nos transforma cada día”, concluyeron.