En una muestra en conjunto, la Asociación 2 de Abril, integrada por ex combatientes de las diferentes fuerzas, dejaron a la luz todo aquello que los ayudó a sobrevivir en la Guerra de Malvinas.

Uno de ellos es José Marcelo Orozco, buzo táctico de la armada. José tuvo la suerte de que los soldados ingleses le dejaran algunas de sus pertenencias, relacionadas a la vestimenta y elementos de defensa.

“Esta es mi camita, aquí descansé durante toda la guerra. Para mí es un lindo recuerdo, yo la quiero. Éramos muy jóvenes y vivimos cosas muy importantes, cada vez que lo exponemos me moviliza mucho”, comenzó contando José a Diario La Provincia.

Orozco mostró una bolsa cama de tema dubé, gruesa y pesada para quien la portara, ese fue su refugio, su lugar más seguro en medio de la gran guerra. José Marcelo la pudo obtener gracias a que cuando cayó prisionero en manos de los ingleses, ellos le retiraron únicamente las armas de fuego, lo demás dejaron que lo conservara. Raro hecho para los combatientes que volvieron al Continente Americano, ya que fueron despojados de toda propiedad. 

Además de su amada cama, José todavía conserva su mochila de lugue rápido en la que cargaba lo necesario para realizar patrullas. Con ella, soportaba el peso de 30 o 40 kg de municiones. 

“Las demás piezas de nuestros uniformes contaban con una chaqueta y pantalón, botas y casco de combate. Si tenías suerte, tenías una parca que era un abrigo impermeable de tela de matelacé. Aveces nos servía para el frío, otras no”, recordó José, quien orgulloso mostró su propio cuchillo de campo, que hizo él mismo y que mantiene junto a su cinto de combate.

Por otro lado, también con el semblante tambaleando por los recuerdos, Mario Pascual Castro, Sargento del Ejército contó sobre algunas de las armas y proyectiles que usaron aquella época.

“Tenemos en nuestra propiedad proyectiles de morteros de 81 mm. Nos servían de ejercicio. También partes de lanza cohetes, partes de un fusil, con culata rebatible. Proyectiles de ametralladoras, una bomba de ejercicio y una real de combate”, explicó Mario.

Mientras mostraba las piezas de guerra, sus ojos miraban lejos, como observando un campo de batalla, como sintiendo los sonidos de lo que mostraba.

“Ésta es una bomba de combate de 500 libras, equivale a 250 kg de explosivo. La portaban los aviones A4. Hoy sentimos que en el suelo de Malvinas hay gente nuestra que nos espera. Hay centinelas que nos cuidan. Yo sólo espero que algún día vuelvan a ser nuestras, no importa si lo veo o no. Siento que es la única manera de decirles a nuestros hermanos que ya no está, que sus muertes no fueron en vano”, dijo Mario Castro.

Frente a sus compañeros, con el corazón entre las manos, estaba Héctor Villavicencio,radio operador de Regimiento en Gran Malvinas. 

Héctor, tiene el honor más grande de todos, es Militar de la Orden de Liberto, y además juró la bandera en combate el 26 de abril de 1982.

Hoy se presenta como el flamante creador de la Maqueta del Buque General Belgrano. “Esta fecha es una mochila de combate. La maqueta es el resultado de mi terapia, la hice para distraerme, para no recordar. Mi intención es movilizar a los argentinos a querer lo que es nuestro”, contó Héctor.

Su situación no fue llevadera a la vuelta de la guerra, los recuerdos lo atormentaban y su vida se hundió en una profunda depresión. Un par de veces pensó en dejar la tierra, pero fueron los argetinos quienes lo devolvieron a una vida normal.

“Me refugié en esto para salir adelante. Mis 72 días en las islas fueron terribles, casi no camino por congelamiento de mis piernas. Hoy siento que quiero ser un ciudadano normal, quiero ser Hechor Villavicencio y nada más. Con la maqueta es más fácil, me conocen por haberla construído”, finalizó en un pequeño esbozo de risa.

Ellos son algunos de los héroes que llenos de temor, tuvieron más valentía y fuerza de la que se necesitba. Son ex combatientes de Malvinas, que abrieron sus mochilas y trajeron a la sociedad sanjuanina la guerra real.