El 15 de noviembre del 2017 la Argentina se enlutó con la peor tragedia marítima desde el hundimiento del Gral. Belgrano. El submarino ARA San Juan, y sus 44 tripulantes desaparecieron sin dejar rastros.
En el buque iban tres sanjuaninos: Ricardo Gabriel Alfaro, de 37 años; Cayetano Vargas, de 46 años; y Renzo David Martín Silva, de 32 años. Los familiares de todos siguen teniendo fe en poder encontrarlos, y se aferran a cualquier esperanza. Fue por eso que insistieron a la Armada para subir a una embarcación que partiría a la travesía.
Junto a los tripulantes, viajaron tres familiares elegidos por sorteo. Malvinas Vallejos (25), hermana de sonarista Celso Vallejos (38), Claudio Sandoval (37), tío de Vallejos, y Raúl Britez (37), concuñado del sanjuanino oficial segundo cocinero, Ricardo Gabriel Alfaro (37). Ellos contaron sobre su viaje a Clarín.
Fue una travesía de diez días con sol pleno y mar calmo a bordo de la corbeta ARA Robinson, junto a sus 96 tripulantes.Fueron 23.893 km de mar Argentino con sondeos en profundidades de hasta 1.300 metros, buscando al submarino ARA San Juan.Fue, primero, el viaje de la esperanza, que comenzó con ese ímpetu que no los abandona y que los lleva a pensar que sus parientes aún viven.Fue, finalmente, el viaje de la ausencia.
Los tres familiares de tripulantes y una vidente se habían cansado de insistir: afirmaban que la búsqueda debía centrase en el norte y no en el sur, como cree la Armada y como señalaron la US-Navy y la Royal Navy. La Armada, entonces, cedió ante sus reclamos y les brindó cuatro lugares en su corbeta para salir hacia la zona que ellos indicaban.
Angel Raul Britez es misionero, “de la hermosa tierra colorada”, dice él. Es el concuñado de Ricardo Gabriel Alfaro (37), cocinero y suboficial segundo. “La señora de Gaby es hermana de mi mujer”, detalla. “Todos los familiares querían subir a la corbeta. Pero solo había cuatro lugares. Y a mi me tocó por sorteo, salió mi nombre entre los de otros familiares”, cuenta Raúl, un hombre de modo afable: “ Yo ahora puedo decirlo: el mar no es un lugar fácil donde estar”.
“Nos embarcamos con la imagen de que la armada era lo peor, pero al menos ellos, los 96 tripulantes, nos hicieron sentir la calidad humana. Lo profesionales que son”, dice Raúl.
La ultima pregunta: ¿Qué opinaban de los que afirman que a la Armada no le interesa seguir la búsqueda? La respuesta es al unísono: es impresionante el profesionalismo que tiene esa gente, con lo poco que tienen, con los equipos viejos, la desinversión y lo desprovista que esta la Armada, su labor y su empeño de búsqueda, nos ha dejado sin palabras”.