Juan Darthés quedó en el foco de todas las miradas cuando Calu Rivero lo denunció por acoso durante las grabaciones de Dulce amor. Ahora, a esa acusación se sumó otra, contada con detalles en una carta pública.
La denunciante es la actriz Anita Coacci, que trabajó con él en Gasoleros. Contó que durante muchos años se calló pero que ahora se dio cuenta de que debía decir la verdad de lo que vivió.
Relató que en una oportunidad, ella le dijo al actor que le gustaba cómo cantaba un tema e inmediatamente él se le abalanzó, la besó y la hizo tocar sus partes íntimas. Las situaciones de acoso, según contó, siguieron en los días posteriores.
“Cuando se calla mucho tiempo quizás al hablar sale todo desordenado y furioso, pero es tiempo. Estoy aguantando y conteniendo el decir o no decir y se acabó. Hoy leí que una vez más otra persona defiende públicamente a Juan Darthés. Yo no sólo no lo defiendo, sino que le creo rotundamente a Calu R. y a todas las mujeres que deben existir y se callaron”, escribió la actriz en su muro de Facebook.
“En otros países se ha demostrado que están haciendo cierta justicia frente a estos hechos, pero aquí seguimos flacos. Este señor está como cara protagonista de una tira y la gente lo defiende y él con su abogada recurre sin tapujos a la justicia”, siguió, criticando así a quienes justifican el acoso.
Luego explicó por qué no había hablando antes: “Lo que me pasó se lo conté a muy pocas amigas, a la psicóloga y a mi madre (a mamá solo por arriba). A mi viejo ni se lo conté porque no estaba bien visto hablar de ciertas cosas. Porque era incómodo. Porque era mejor no traer problemas. Porque era mejor no comprometer a nadie”. Y siguió: “Yo no era nada más que una actriz más del montón que había conseguido hacer un par de capítulos en la segunda temporada de Gasoleros y con ilusión cuidaba mi trabajo lo mejor que creía poder. Pero hoy me terminé de cansar. Yo soy mujer y soy feminista y no me voy a callar más”.
Entonces relató en detalle lo que vivió: “En un parate de la grabación estaba charlando en un camarín con JD, a quien conocía desde adolescente y le contaba que cuando era chica y mi viejo dirigía una comedia en la que él cantaba, yo escuchaba siempre. Momento en el que el señor se desliza con la silla que tenía rueditas y se me tira encima, se para y me tira contra la pared, me besa, me mete la lengua, me agarra la mano y me hace tocarle su sexo, mientras me dice ‘Mirá como me ponés’. Yo, congelada y sin poder reaccionar. En segundos entró una de las chicas de vestuario y él se separó inmediatamente y yo me fui. Los días siguientes de grabación me persiguió. Terminé de grabar y no volví a verlo. Supe que mientras esto pasó, su mujer estaba embarazada y eso me sumó más asco”.
“Me callé. Por miedo, por inseguridad, porque nadie me iba a apoyar con esto. Hoy los tiempos empezaron a cambiar. Si las mujeres seguimos callando nos convertimos en cómplices. Yo no quiero ser más cómplice de lo aberrante ni quiero cubrir de algún u otro modo a una sociedad e industria que sigue siendo machista y en la que nos rodean personas que bajo su poder creen que pueden hacer con nosotras lo que quieran. Esta es sólo una anécdota entre tantas, pero quizás sea la más fuerte de las que viví. O no. Mientras escribo, tiemblo. Porque sé que al apretar publicar se puede llegar a venir una montaña en maremoto encima mío. Pero se terminó”, reflexionó.
Y concluyó: “Basta de justificar, apañar, defender y callar ante estas situaciones que tienen que terminar de una buena vez. Me disculpo frente a todos los que puedan sentir dolor o desilusión por haberme expuesto así, pero esto es necesario. Como dijo el gran Julio Cortázar ‘No todo está perdido si tenemos el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo’. Nosotras ya empezamos y no vamos a parar”.
Fuente: TN.