San Juan vivió otro día de alarma tras varias amenazas de bomba que obligaron a activar protocolos de seguridad en una escuela de Rawson y en el Centro Cívico.

La Fiscal Daniela Pringles, encargada de la investigación de las amenazas, detalló a Diario La Provincia SJ cómo se están abordando los casos. Según explicó, de los últimos incidentes registrados, uno ya fue aclarado: “Al final nos hemos quedado con una sola porque la otra fue un menor identificado en el momento del trabajo, así que pasó a la Justicia de Menores que es la de la escuela”.

El caso en la escuela se resolvió rápidamente gracias a la colaboración de los estudiantes y al rastreo del teléfono desde el cual se efectuó la amenaza. “Cuando se trabajó en la escuela, teníamos el número de teléfono y se pudo identificar quién era el dueño. Vino un niño y comentó que él le había prestado el teléfono a un compañero, que le había dicho que iba a llamar la madre. Se llamó ese compañero y el niño reconoció que había sido una broma, así que ahí dejamos de intervenir nosotros en esa causa”, indicó Pringles.

 

Bomberos inspeccionó la escuela, por la amenaza de bomba. Foto: Ilustrativa.

Sin embargo, la situación en el Centro Cívico sigue abierta. “Por ahora seguimos interviniendo porque, aunque la voz parecía de un niño, todavía no tenemos los datos precisos. El teléfono no fue tan fácil de rastrear como en el otro caso, no era tan identificable, así que seguimos recabando información”, señaló Pringles.

En estos casos, la investigación incluye la colaboración de las compañías de telefonía para rastrear el origen de las llamadas. Se piden informes a las telefónicas, y cuando es más difícil, empezamos a buscar información más atrás, del dispositivo y cómo fue adquirido, así como otras líneas asociadas. Será un procedimiento parecido al que realizamos en el caso del estadio, que nos llevó varios días”, detalló Pringles.

 

Los Bomberos acudieron apenas se dio el alerta por los llamados.

La fiscal expresó también su preocupación por la recurrencia de estas conductas, incluso cuando los menores ya han sido identificados y sancionados. “No sé si son padres que no hablan con los niños, que no saben lo que hacen sus hijos, o si son niños muy chicos. La verdad es que no podemos creerlo”, comentó.

Pringles subrayó la importancia del rol de las familias en la prevención de estos incidentes. “Siempre pedimos a los padres que hablen en sus casas sobre este tema. Mínimo, que les expliquen el alcance de este tipo de actos, porque lo que puede parecer una broma para un menor tiene consecuencias legales y sociales muy graves”, afirmó.

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