En una jornada judicial cargada de exabruptos e interrupciones, finalmente condenaron al “Guascazo” Ariel Pérez por el femicidio de Yanina Pérez, tras aceptar su culpabilidad. Sin embargo, esto sucedió en el marco de un clima tenso: incluso llegó a decir que lo volvería a hacer “50.000 veces”, alegando que Yanina lo habría amenazado con sus hijos.
Las complicaciones se hicieron presentes desde el inicio del debate, que se retrasó porque el acusado no quería comparecer presencialmente en la sala por la exposición pública. Luego de varios idas y vueltas, la defensa logró que el imputado entrara, pero la tranquilidad duró poco: tras el retiro de las esposas, Pérez se levantó de su silla con actitud prepotente y fue retirado de inmediato.
Tras una breve pausa, le ofrecieron continuar desde una sala contigua, pero cambió de parecer y volvió a ingresar. Aseguró que estaba dispuesto a firmar y reconocer la imputación de inmediato; sin embargo, la jueza Flavia Allende insistió en la necesidad de exponer las pruebas que acreditaran el hecho por el que se lo acusaba.
El fiscal del caso, Francisco Micheltorena, en compañía de sus ayudantes, presentó todo el material documental, detallando cómo sucedieron los hechos el pasado 15 de febrero de 2024 en las puertas del cementerio municipal de Angaco, donde ambos trabajaban. Mientras se relataba la trágica muerte de Yanina Pérez, quien recibió ocho puñaladas por parte de su ex pareja, el acusado hacía gestos a la prensa.
Diario La Provincia SJ captó el momento en el que, consciente de que era filmado, se burlaba, sacaba la lengua e incluso se tocaba sus partes íntimas. En su exposición, el MPF remarcó que el homicidio del 15 de febrero fue el desenlace de un ciclo sostenido de violencia que Ariel Pérez ejercía sobre la víctima. Yanina había solicitado protección en la comisaría de Angaco en septiembre de 2023 y, en enero de 2024, denunció al imputado por el robo de sus pertenencias.
Según la exposición, un punto de inflexión ocurrió cuando Yanina inició una nueva relación con un compañero de trabajo, tras separarse definitivamente de Pérez. Desde entonces, “El Guascazo” le enviaba mensajes intimidatorios y la seguía en bicicleta. Un nuevo momento de tensión se produjo cuando un ayudante fiscal relataba detalles de la relación entre ambos: Pérez lo insultó y volvió a ser retirado de la sala.
Tras otro cuarto intermedio, se acordó continuar con el acusado en una sala contigua. Pero, al extenderse la audiencia, volvió a ofuscarse, se levantó de su silla y nuevamente se interrumpió la sesión. Finalmente, la defensa aceptó representarlo en su ausencia hasta el momento de la admisión de culpabilidad y la condena. Llegado ese instante, “El Guascazo” protagonizó su último agravio contra la familia y la memoria de la víctima.
La magistrada le explicó el procedimiento del juicio abreviado y, al reconocer los hechos de la acusación, el imputado declaró: “Por amenazarme que iba a matar a mis hijos, por eso la maté yo a ella. Lo volvería a hacer”. La prepotencia escaló cuando, ante una pregunta sobre aceptar la calificación legal, respondió: “Sí, acepto, a la pi…”, y se levantó de la silla.
La jueza lo invitó a sentarse y él retrucó: “No me voy a sentar porque no se me da la gana, no se me dan los huevos”. Luego lanzó: “Sí, yo la maté y lo volvería a hacer 50.000 veces”. Finalmente, tras el último cuarto intermedio, escuchó la condena y se cerró uno de los casos más emblemáticos de femicidio en San Juan.
Noticias relacionadas
