El juicio contra dos empleadas municipales del departamento de Rawson se encuentra en una etapa crucial y puede llegar a su fin en los próximos días. Por primera vez, las cajeras Marina Isabel Mengual Calderón y Evangelina Soledad Cabeza Amarfil hablaron y usaron su derecho a defenderse de la acusación de fraude y presunto desvío de fondos que pesa en su contra.
La principal prueba con la que cuenta la fiscalía, representada por Francisco Nicolia y Emiliano Pugliese, es la de un perito, Maximiliano José Ferrari de la Policía de San Juan, quien se encargó de analizar en el lugar toda la prueba en el periodo de enero de 2022 hasta el 4 de octubre, luego de que ambas fueron notificadas del inicio de un sumario en su contra.
El total de la presunta estafa alcanza los $664.749.
Las imputadas, concentradas en describir detalles
Llegado el momento, tras la extensa presentación de las pruebas, la primera en declarar fue la cajera Marina Isabel Mengual Calderón, vinculada a la municipalidad desde 2004, luego contratada y pasada a planta permanente en 2012. Actualmente ejerce la misma función de cajera en la comuna. “En 2018, pasé a ser la cajera de colectores, quienes son los encargados de cobrar a domicilio y llevar la recaudación a la municipalidad. Ellos cobran con un recibo y boletas, y pasan toda la información a planillas. Estas planillas me las llevan a mí para que las cargue al sistema”, detalló.
Según manifestó, “no es un trabajo fácil, ya que lleva mucho tiempo. Un colector puede llevar cinco recibos o puede llevar 50, y en el día tengo entre 7 y 20 colectores para cargar en el sistema”.
El problema estuvo con los sobrantes de caja, según manifestó, estos fueron debidamente notificados al tesorero, Ángel Blasco. Se trata de un dinero que se acumulaba e iba siendo rendido de forma posterior por medio de una “unificación”.
En ese momento, como delegada del sindicato de SUOEM, pidió a sus compañeros que se cuidaran de hacer procedimientos correctos porque otros compañeros habían sido sumariados. Advirtiendo esta situación, “un día, noté un cambio en su actitud hacia mí; estaba apurada todas las mañanas y me saludaba, pero ese día no me saludó. Cuando llega el momento de rendir, estaba muy apurada. Esto se empezó a hacer habitual todos los días”.
“El sobrante que tenía no lo tenía diferenciado por día, porque lo había juntado en la misma bolsita”, detalló, pero se lo fue a dejar a última hora de la jornada y le dijo que no podía atenderla.
“El lunes llegué normal a trabajar, abrí mi caja y, a última hora de la mañana, me llama personal para notificarnos de un sumario administrativo por el lunes 3 de octubre. Al respecto, agregó, “cuando me llamaron y me notificaron con un decreto, me sentí llena de bronca e impotencia; no le puse la fecha y lo firmé”.
Por su parte, Evangelina Soledad Cabeza Amarfil contó una situación similar: “la primera vez que tuve que manejar un sobre de caja, consulté a mis compañeros sobre qué debía hacer, ya que no sabía. Ellos me explicaron que tenía que hacer un sobre con papel y llevárselo al tesorero para guardarlo en la caja fuerte, informando de qué se trataba, para que hubiera constancia de ello cuando se subsanara”.
Según manifestó, esta práctica se mantuvo hasta que un día, una señora tuvo una diferencia en la caja del cementerio, que es más simple que la de colectores o la de rentas, donde se cobran todos los impuestos municipales, contribuciones, comercio y sellados.
“Ella llegó antes que nosotros. Nuestra caja cierra a la 1, pero si hay un cliente que debe pagar, tenemos que quedarnos hasta que termine el proceso”, relató. En ese momento, comenzaron a juntar todo lo que corresponde a comercio, inmuebles, entre otros.
“Ella se fue a rendir y, al regresar, ingresó con el sobre y dijo que no sabía por qué el tesorero le había indicado que se quedara con el sobrante. A mí me pareció raro, así que fui a rendir. Cuando llegué, el tesorero estaba vaciando la caja fuerte, sacando todo porque había auditoría”, precisó.
“Quizás me pueden auditar la caja”, le habría dicho, y sería el motivo por el cual solicitó que retengan los sobrantes de dinero. “No tengo forma de justificar el dinero del sobrante”, completó el funcionario, de acuerdo a lo que declaró cabeza Amarfil.
Se trataba de un suceso recurrente; algunos errores se subsanaban, pero había un proceso de unificación. En agosto de ese año se tomó licencia por una cirugía y volvió a incorporarse en septiembre. Antes de irse, habló con el tesorero y le mencionó que tenía sobrantes y que no quería mantener eso en la caja, ya que no sabía cuánto tiempo le tomaría recuperarse de la cirugía. “Él me dijo que me fuera y que lo arreglaríamos a mi regreso. El día que me sobraba dinero, le colocaba la fecha y lo guardaba en un bolsín que usa el tesorero para llevar los depósitos al banco”, detalló.
Lo posterior fue una situación similar, con el peso de un sumario a fines de septiembre de ese año. Casi en forma simultánea, ambas presentaron la unificación de los sobrantes con el dinero, que no habría sido sustraído, sino que estaría dentro de las correspondientes cajas. Lo que siguió fue el cambio de oficinas para no acrecentar los conflictos, lo que desembocó en una causa en el fuero penal por presunto desvío de fondos.
Qué halló la auditoría y cómo sigue el proceso
La auditoría del perito Ferrari notificó falta de rendición por parte de las cajeras. Por un lado, Mengual no rindió 6 boletas de cobro por un total de $51.507. Por su parte, Cabeza no rindió un total de 37 boletas de cobro por un total de $613.242.
Sin embargo, desde la defensa, a cargo de Horacio Rodríguez del Cid, acompañado por el secretario general del SUOEM, Antonino D’Amico, cuestionaron la imparcialidad del perito, quien habría sido prestador de la municipalidad en el gobierno del intendente Rubén García, lo que no pudo ser constatado ni contrarrestado, ya que la nulidad de dicha prueba debió ser presentada en otra instancia, cuando el abogado Gustavo de la Fuente, quien hoy enfrenta un proceso judicial en un fuero federal, llevaba la defensa.
Ahora resta que comiencen los alegatos por parte de la defensa y habrá una nueva oportunidad para escuchar la voz de las imputadas en este juicio en las llamadas palabras finales. Luego, se esperará atentamente la palabra del juez para determinar la sentencia.
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