Cada 5 de junio, el mundo celebra el Día Mundial del Ambiente, una fecha que nace en 1972 durante la Conferencia de Estocolmo, con el propósito de promover la conciencia ambiental y alentar la acción en favor de la Tierra. Hoy, más de cinco décadas después, ese llamado se vuelve cada vez más urgente y profundo. Esta fecha busca despertar la conciencia global sobre los desafíos ambientales que atravesamos y promover acciones que hagan posible un cambio real en nuestra forma de vivir en el planeta.

Hoy, ese llamado es más urgente que nunca. La crisis ecológica que atravesamos no es solo un problema de la naturaleza, sino una manifestación de una ruptura más profunda: la desconexión entre los seres humanos y el mundo que habitamos. Ya no podemos seguir pensando en el ambiente como algo ajeno o externo. Somos parte de él. Lo que le ocurre al aire, al agua, a los suelos, a los ecosistemas, a la biodiversidad… nos ocurre también a nosotros. ¡Nosotros somos parte de la biodiversidad!

 Es necesario repensar la manera en que nos relacionamos con los bienes comunes. Cuidar el ambiente no es una opción ideológica ni una moda: es una cuestión de responsabilidad con la vida, de justicia intergeneracional y de dignidad humana.

En San Juan, una provincia que conoce de cerca la fragilidad del territorio y la fuerza de la resiliencia, el desafío ambiental es cotidiano. El cuidado del agua, la gestión de los residuos, el arbolado urbano, la educación ambiental y la protección de la biodiversidad no son temas menores: son decisiones que definen el presente y el futuro que vamos construyendo, especialmente para las generaciones que vendrán.

 El papa Francisco, en su encíclica Laudato si’, nos recuerda que “todo está conectado”. Esta frase sencilla contiene una verdad poderosa: lo que le ocurre al ambiente también afecta a las personas, especialmente a las más vulnerables. La degradación ambiental, el cambio climático, la contaminación o la pérdida de ecosistemas no son problemas aislados: son manifestaciones de una cultura que ha roto el lazo con la naturaleza y con los demás. Esa interdependencia, lejos de ser una amenaza, es una oportunidad para reconstruir lazos, para vivir de forma más solidaria, más humilde y más justa. El ambiente, entendido de forma integral, nos invita a revisar nuestros hábitos, nuestras prioridades y nuestras estructuras sociales, económicas y políticas.

Por eso, generar conciencia ambiental hoy no significa solo hablar de reciclaje o plantar árboles —acciones valiosas, sí—, sino también reconstruir un modo de vivir más humano, más solidario, más respetuoso de los ritmos naturales. Crear conciencia ambiental no es simplemente repetir consignas. Es aprender a mirar el entorno con respeto, con ternura y con responsabilidad. Es entender que el deterioro ambiental también se vincula con la pobreza, la exclusión, la desigualdad y la pérdida de sentido comunitario. Por eso, no alcanza con soluciones técnicas: necesitamos también una conversión del corazón, un cambio cultural que abrace la vida en todas sus formas.

No se cuida lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce. La invitación para el presente es clara: volver a mirar la Tierra como casa común, y no como recurso a explotar; reconocer que nuestra vida está tejida con la vida de los otros seres y que no hay futuro posible sin armonía con la naturaleza.

Este junio no es solo una fecha simbólica. Es una oportunidad para recordar que la Tierra no nos pertenece: nosotros le pertenecemos a ella. Y que cuidarla es un acto de justicia, de fe, de humanidad.

Como sociedad tenemos una oportunidad histórica: construir una cultura ambiental arraigada en el territorio, que combine ciencia, conciencia y participación. Que no se limite a una fecha en el calendario, sino que marque un rumbo. Porque solo cuando entendamos que el ambiente no es algo externo a nosotros, sino parte de lo que somos, podremos empezar a transformarlo con esperanza, justicia y responsabilidad.

 

Martín Guzmán

TEC. SUP. GESTIÓN AMBIENTAL

DIPLOMADO EN GESTIÓN Y ESTRATEGIAS

DE TRIPLE IMPACTO

PROFESOR EN CIENCIAS SAGRADAS

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Tel: 264 5670800