Verónica Aubone sentía que algo faltaba en su vida. Su rutina laboral transcurría entre bancos y oficinas comerciales, mientras su amor por el arte quedaba relegado a un cable a tierra personal. Hasta que decidió animarse a dar un pequeño taller de bordado en su casa, en Pocito.

Era un paso tímido, con mucho miedo”, contó Verónica a Diario La Provincia SJ. Sin redes sociales ni grandes recursos para difundir, el taller creció gracias al boca a boca. Mujeres que buscaban algo más que una clase encontraron en ese pequeño espacio un refugio y un punto de encuentro.

Verónica Aubone en su espacio de trabajo, donde el arte y la comunidad se entrelazan. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Pronto el taller se mudó a la casa de su abuela, donde Verónica pudo sumar otras disciplinas: mosaiquismo, tapicería y cerámica, que ella misma practicaba como terapia.

Con el tiempo, alquiló un local en Rivadavia, donde el proyecto tomó más fuerza. Pero las obras públicas y problemas de accesibilidad la llevaron a buscar un lugar definitivo en Trinidad, cerca de su familia y su trabajo.

Cada clase es también un encuentro: el arte como forma de conexión y bienestar emocional. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Hoy, ArteSana San Juan es un espacio cooperativo con cerca de diez artesanos que dictan talleres de diversas técnicas: bordado, cerámica, pintura, costura, grabado, y mucho más.

Más que un taller, un refugio para el alma

Para Verónica, la clave está en el encuentro presencial. “La gente viene no solo a aprender, sino a desconectarse, a encontrarse con otros, a pasarla bien”, explicó. A pesar de la popularidad de las clases online, ella prioriza el vínculo humano y el compartir en un espacio físico.

Más que una clase: un lugar para crear, compartir y sanar a través del arte. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

“Muchos llegan buscando algo terapéutico, más que técnico. Es un lugar donde el arte sana, aseguró con emoción.

Emprender en tiempos difíciles: desafíos y alegrías

Decidir dejar su empleo estable para dedicarse de lleno al taller no fue fácil. “Ser emprendedora implica hacerse cargo de todo: costos, organización, discusiones. Pero esto llenó ese vacío personal que tenía”, comentó.

El espacio actual en Trinidad fue pensado para estar cerca de la familia y facilitar el acceso. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ

Cada año, Verónica convoca a nuevos profesores y amplía la oferta, con clases que incluyen técnicas tradicionales y modernas, como los muy pedidos talleres de resina o grabado en linóleo.

Mirando hacia el futuro: el arte como puente de encuentros y diálogos

Con la mirada puesta en 2025, Verónica quiere sumar nuevas dimensiones al espacio: encuentros de mujeres, charlas con un enfoque más emocional y terapéutico, incluso propuestas que mezclen arte y psicología.

Los talleres son dictados por artesanos locales que comparten su oficio y su pasión. Foto: Maximiliano Huyema- Diario La Provincia SJ
“No sé todavía cómo, pero tengo ganas de que ArteSana sea también un lugar para crecer en comunidad y compartir experiencias que vayan más allá de la técnica”, sumó.

Un proyecto que ya es mucho más que un taller

ArteSana San Juan es hoy un ejemplo de cómo el arte puede ser motor de transformación social y personal. Un lugar donde se aprende, se crea y se encuentra sentido. Donde el arte no solo se hace, sino que se vive y se comparte, en cada puntada, en cada pincelada.