Gustavo Trigo no necesitó descubrir el ferrocarril: nació con él. Desde muy chico, la bocina de una locomotora tenía el poder de detener cualquier actividad y movilizar a toda la familia para que él pudiera verla pasar. Creció en el Barrio Fraternidad, rodeado de vías, trenes y recuerdos. Su historia es un viaje profundo hacia la memoria ferroviaria de San Juan.
“Uno de mis tatarabuelos fue conductor de locomotoras en Uruguay. Por razones políticas emigró a Buenos Aires, donde siguió con el oficio. Desde ahí, se transmitió de generación en generación”, contó a Diario La Provincia SJ, Gustavo. En su familia, la tradición ferroviaria era un legado. “Mis dos abuelos estaban ligados al tren: uno como conductor, otro como mecánico de locomotoras. Tíos, primos, todos en el rubro”,
“La primera vez que me subí a una locomotora tenía tres años. Un tío de mi papá la paró frente a casa, me subieron en brazos. De ahí en más, todos los Reyes y Navidades pedía un trencito”, recordó con emoción.
Gustavo tenía 12 años cuando el tren dejó de pasar por San Juan. “Me cuesta hablar de eso. No entendía del todo qué pasaba, pero con el tiempo empecé a investigar”, dijo. Así comenzó un camino autodidacta que lo llevó a leer a Scalabrini Ortiz y a estudiar documentos históricos, incluso diarios viejos que revisa regularmente en la Biblioteca Franklin.
“Hace poco encontré la fecha exacta en que se suspendió el servicio de pasajeros del Belgrano en San Juan: noviembre de 1978. La venía buscando hace años”, dijo con orgullo.
Gustavo también destacó el rol del ferrocarril como pilar de infraestructura social: “El tren llevaba agua a localidades como Bermejo y Marayes. También movilizaba gente en fiestas patronales. Con su ausencia, muchas comunidades quedaron aisladas y decenas de pequeñas empresas quebraron”, agregó.
Hoy, su labor como investigador no tiene techo. “Hay cosas que no están en San Juan. Hay que viajar, contactar gente, buscar. La historia no está solo en los libros”, relató. De hecho, un investigador de Buenos Aires que prepara un libro sobre las estaciones sanjuaninas le compartió material invaluable que halló en archivos nacionales. Y el mismo se convirtió en material de consulta para muchos otros escritores que tratan sobre el tema.
Gustavo insiste en que su historia merece ser contada con profundidad. “Yo no encontré lo que buscaba, entonces empecé a escribir mi propio relato”, agregó. Por ello tiene el objetivo de escribir su libro y en ese camino de investigación sigue con mucho fervor.