Este viernes y sábado estará en la provincia un importante proyecto destinado a la concientización sobre la vida diaria de una persona no vidente. Se trata del Gallito Ciego Móvil, un restaurante armado arriba de un colectivo, con la particularidad de que quienes cocinan y sirven son no videntes, y además, la experiencia como comensal es totalmente a oscuras.
Diario La Provincia llegó esta mañana hasta el colectivo instalado al lado de la Legislatura, invitado por el programa Nutrición en Vivo, que elaboró esta propuesta en el marco del cierre del II Foro Saludable. A las 10.45 chicos de diferentes escuelas e incluso alumnas universitarias se acercaron para poder participar de este juego/experimento.
Dos de los chefs bajaron del colectivo, se presentaron, dieron la bienvenida a todos e invitaron a subir en grupitos de a cuatro. Todos agarrándose del hombro de la persona de adelante. Subiendo las escaleras, poco a poco va disminuyendo la luz hasta que se llega a un lugar a oscuras. Los también mozos fueron guiando las manos de cada uno de los invitados para que supieran a dónde estaba el asiento.

Los chefs pidiendo que se dejen de lado los celulares para viivir esta experiencia al máximo.
Un gran tablón con sus respectivos asientos a los costados es lo que se percibe en primera instancia. Una vez que cada comensal estuvo sentado en su lugar, los anfitriones instaron a tocar el plato que había adelante de cada uno, y poco a poco fueron sirviendo licuados.
Inmediatamente se despertaron los sentidos, el olor por supuesto y después, el tacto. Algunos valientes comenzaron a probar lo que había y fueron relatando a los demas: ¡Son frutas!, ¡Esto es una brochette de frutas!, ¡en el medio hay algo pegajoso, qué impresión!, ¡es dulce de leche con una nuez en el medio nena!, comentaban mientras se reían.
Al final del tablón y ya más acostumbrados a la oscuridad comenzaron a hablar de fútbol, muchos de River, algunos pocos de Boca, e incluso uno de los mozos era mendocino así que el Tomba también fue tema de conversación.
Los invitados preguntaban y los chefs contestaban. Llegaron desde Buenos Aires, es una de las primeras experiencias que tienen afuera de la provincia. Estudiaron en el Instituto Argentino de Gastronomía por dos años, y luego se capacitaron para poder servir. Uno de ellos dice ser amante de la tecnología y tiene todas las redes sociales. Esto es un trabajo para ellos y están felices de poder realizarlo.
Cuando ya los ojos se acostumbraron a no ver, y la oscuridad se transformó en una aliada de tranquilidad, la experiencia llegó a su fin, y se encendió una tenue luz, que luego fue más fuerte.

Los comensales apenas se encendió la luz tenue.
El colectivo está plagado de imágenes de héroes de acción desde Batman hasta el Hombre Araña tienen su lugar en las paredes. Viéndose a las caras, los alumnos hablaron de la experiencia y contaron qué les sucedió. Algunos lo vivieron encantados y a otros les generó un poco de desconfianza el comer algo que no se podía ver y mucho más el licuado ya que no se podía tocar.
En fin, una propuesta en la que no hace falta ver para creer en la inclusión y en que no hace falta mucho para ponerse en el lugar del otro.
