Su piel está bifurcada por los años. Sus manos parecen mapas y sus miradas tienen un brillo especial. Aman lo que hacen y la frase “trabajar hasta el último día de sus vidas” es un hecho para ellas. Herenia y Lidia Moyano tienen 75 y 79 años respectivamente. Ambas son hermanas y comenzaron a trabajar desde muy chiquitas, cuando tenían 12 años. Toda la vida se la dedicaron al telar y sus obras las venden en puestitos de las zonas más alejadas de 25 de Mayo.
“Desde los 12 años trabajo. Empezó como un juego y luego como un trabajo. Tengo 75 años y ya es toda una vida trabajando en bastidor, a máquina, a mano, bordando. Todo lo aprendí de mi mamá y después con la práctica empecé a trabajar”, contó a Diario La Provincia Herenia, que al acordarse de su mamá Sofía Reta se le llenan los ojos de lágrimas.
En telar teje frasadas, pero también sabe hacer ojergones y alforja. En bastidor su pasión es hacer los peleros para el ensillado del caballo y con estos ha llegado a ganar premios nacionales, el último fue el año pasado en La Rural de Palermo a donde no fue pero la Secretaría de Cultura envió sus obras.
“Siempre me han llevado mucho tiempo hacer los trabajos. Toda la vida viví de esto. Crío la oveja, la estirlo, lavo la lana y si hay que teñir lo tiño con anilina o al natural. Tejer, según el grosor, una manta lleva meses porque hilo fino. El telero me lleva un mes de trabajo”, contó Herenia que vive en la casa donde nació y sus manos tejen en el telar de su madre.
“Es una alegría trabajar y ver el trabajo terminado. Desde chica me enseñaron a amar el trabajo y si Dios quiere y tengo vida voy a trabajar hasta el último día de mi vida”, finalizó la anciana que no tiene hijos ni nietos y toda la vida fue soltera.
Del tejido a la carnicería y nuevamente al telar
Lidia Moyano es la mayor de las dos hermanas. Su vida transcurrió también desde los 12 años en el telar de su madre. Pero su vida dio un giro cuando tenía 56 años. Es que a esa edad se casó y se fue a vivir a El Encón con su marido donde dejó el telero e incursionó en un nuevo oficio.
“He trabajado toda la vida con mamá, desde los 12 años. Cuando me casé me fui a vivir allá y trabajé como carnicera con mi esposo. Trabajé en eso 18 años pero en los ratos libres trabajaba con la lana. Cuando estaba mi marido, en la carnicería seguía con el tejido. Después le dije no trabajo más en la carnicería, no quiero más. Voy a trabajar en lo que me gusta que son las artesanías”, contó Lidia quien no tiene hijas.
“Es una gran satisfacción. Amo el trabajo. Tejer me ha gustado toda la vida. Es una gran alegría muy grande poder hacerlo. Si me da sueño me voy a dormir a la 1 y a las 6 ya estoy levantada otra vez tejiendo. El telar me gustó toda la vida, saco la lana, hilo la lana, la lavo, la tiño. El telar es lo que me gusta, es el encanto más grande que tengo. Pongo la radio con Pascualito (Recabarren) y se me pasa el día volando”, finalizó.