A días de iniciar Semana Santa, Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan, reflexionó sobre el camino que transita la Iglesia, pero también dio su visión de la situación social, el flagelo de la ludopatía y las drogas. Lozano en una entrevista con Diario La Provincia SJ señaló los desafíos que se deben enfrentar en el ámbito educativo y valoró la actitud de encuentro de los dirigentes políticos, gremiales y empresariales que participarán este sábado de un retiro espiritual.
¿Cuál es el pedido que usted le hace a la Comunidad específicamente de San Juan para vivir Semana Santa?
Abrir las puertas del corazón al amor de Dios. La Semana Santa es el momento en que desplegamos día a día los momentos más importantes de la entrega de Jesús por amor a nosotros. Y esto es un acontecimiento que nos renueve en la fe, en la alegría de la fe y que se tiene que notar también en el amor al prójimo. Para no quedar en un ámbito intimista, sino también trasladarse a renovarnos en los vínculos con los más pobres. Siempre que uno reza bien, ama mejor. Entonces, lo que les pido a nuestra comunidad y me lo pido a mí mismo es que podamos poner nuestra atención en la entrega de Jesús por amor a nosotros y un amor que nos interpela y nos comprometa.
El Papá Francisco pidió a la Iglesia hacer un camino de apertura y de escucha. ¿Cómo se está viviendo ese proceso en San Juan?
Nosotros iniciamos, aún antes que el Papa pidiera esto en el 2018, un camino de hacer asamblea cada año, que tenía que estar precedida por asambleas en las parroquias. A partir de este periodo del Papa, nosotros hemos comenzado también un camino Sinodal aquí en San Juan. En la segunda mitad del año pasado, hemos hecho asambleas en cada parroquia, en cada movimiento, barrio pastoral, para que nos dieran cuáles son los desafíos más importantes que encontramos a la misión de la Iglesia aquí en San Juan. De todas esas asambleas recogimos 11 desafíos que los volvimos a enviar a las parroquias que los consideraron y el 2 de abril pasado, hace apenas poquitos días, volvimos a convocar la asamblea a nivel arquidiocesano. Participaron cerca de 600 personas de distintas comunidades y de distintas vocaciones para seleccionar dos o tres de estos 11 para trabajar sinodalmente. Y la asamblea ha seleccionado: la misión, la espiritualidad y la escucha. Así que en torno a estos tres ejes, ahora estamos elaborando documentos de trabajo para perfeccionar de nuevo las comunidades. Y en la segunda mitad del año, tener nuestra asamblea Sinodal, que serán, calculamos, entre 4 y 6 encuentros distribuidos a lo largo de la segunda mitad del año, y que esto nos ayude a discernir cuáles son los aspectos más importantes de estos tres desafíos que tenemos que trabajar aquí en San Juan.
La Iglesia tiene presencia en todos los departamentos de la provincia de San Juan, a través de sus sacerdotes religiosos y laicos. ¿Qué evaluación están haciendo ustedes de la situación social que se vive?
Estuve reunido en estos días con Caritas del Arquidiócesis, donde ellos van teniendo un pulso bien concreto de las necesidades que se van planteando. Yo diría que hay necesidades que tienen que ver con contingencias y otras que tienen que ver con lo estructural. Las contingencias son las climáticas que hemos tenido, las inundaciones en Villa Mercedes, como esto afecta también en Albardón, en Calingasta, y ahí entonces estamos intentando acompañar con algunos esfuerzos, sabiendo que el Estado Provincial se hace presente. Entonces, una vez que vemos que es lo que consiguió llevar el Estado Provincial, vemos que otra cosa puede estar haciendo falta, en general, cuestiones bien concretas y puntuales, y también el aliento y la cercanía afectiva, espiritual, que hace falta en estas situaciones de crisis. Y otras que tienen que ver con las necesidades más estructurales de la pobreza, que eso, más allá de la situación climática, impacta en la mala alimentación, en el no acceso a la salud o a la educación. En eso entonces intentamos alguna respuesta más continua en el tiempo, a través de merenderos. En algunos de estos también con apoyo escolar, porque una de las cosas que provoca la pobreza, muchas veces tiene que ver con la mala alimentación y con el atraso en el sistema educativo. Algunos niños que son pobres, su papá y su mamá, no han completado la escuela primaria, entonces no nos pueden ayudar en la realización de las tareas de la escuela. Entonces ahí tratamos que a través de Cáritas y de voluntariado que se organiza, poder hacer apoyo escolar. Lo que buscamos es que ningún niño o adolescente se atrase de la escuela, y que en la medida de lo posible, le apoyemos para seguir avanzando y cubriendo las necesidades más urgentes en la alimentación, ahora que viene el tiempo más frío, prever también algunas frazadas.
¿Este trabajo en los últimos tiempo ha crecido?
La demanda ha crecido en los comedores y merenderos. También hemos tenido ahí alguna dificultad con ayudas que recibíamos del Estado Nacional. Cuando cambió la gestión, se recortaron a todos los servicios de merendero, las ayudas. Nosotros recibíamos en ese momento unos 600 módulos mensuales y se nos redujeron a 250, menos de la mitad. Ahí el Estado Provincial suplió una parte de lo que no nos venía de Nación y otra parte tratamos de suplir con las comunidades cristianas también. Mucha gente que aunque no sea católica o no tenga una vida de práctica ve que es importante colaborar con la ayuda en la alimentación, especialmente a los niños o ancianos. Así que en eso hemos tratado de llevar adelante una ayuda más completa, pero la demanda ha crecido. Aquí mismo en la Ciudad de San Juan hemos tenido que acompañar esas condiciones.
¿Cómo es el diálogo con el Gobierno de San Juan?
El diálogo es muy bueno, tanto con el gobernador como con los ministros. En esto hay un canal de comunicación fluido, no digo frecuente como que tengamos mensualmente reuniones, para ver nosotros desde Cáritas qué tipo de complementos podíamos aportar. Esto es algo muy bueno porque redunde el ambiente de la gente. Ante estas situaciones que hay las instituciones como por ejemplo Cáritas y otros movimientos que asisten en estas situaciones. Con la anterior gestión nacional había una red más estructurada desde las distintas organizaciones que estábamos presentes en los barrios y que podíamos, entre Cáritas, organizaciones sociales, uniones vecinales, hacer un mapeo y ver. De pronto notábamos eso, que había tres. Para otras organizaciones sociales se les hizo imposible el transporte de las ayudas a nivel de Nación, entonces en esto también ha habido una menor presencia de algunas organizaciones que tenían una ayuda directa más importante.
Por otro lado, ¿qué visión están teniendo sobre el problema de las adicciones y de la ludopatía en San Juan?
Respecto de la ludopatía es una preocupación que nosotros a nivel de la Conferencia Episcopal tenemos hace un par de décadas. Me acuerdo que en torno al 2005 estaba en la Comisión Social de la Conferencia Episcopal y ahí se ha empezado una trata en la Cámara de Diputados. Tener un impulso común para que ese tipo de proyectos no prosperen y gracias a Dios y al compromiso de los diputados de distintas bancadas se logró frenar en aquel momento. Pero era algo que ya estaba instalado y hay intereses económicos muy grandes detrás de estas empresas de juego electrónico. Nuestra posición tenía que ver, y también ahora, con lo que esto impacta como adicción y el que adultos y adolescentes a través del teléfono tengan el casino en casa. No pueden entrar al casino aquí frente a la plaza pero pueden hacer que el casino entre en su casa. Entonces esto era algo que realmente nos preocupa mucho. Y lo otro, que es otra dimensión que no se habla tanto, es lo que tiene que ver con la corrupción que suele haber en alguna de estas situaciones. En Italia se le quitó el Escudeto a uno de los clubes que se vio que había arreglado uno de los partidos y en Inglaterra lo mismo. Son sociedades que han hecho un esfuerzo muy grande por eliminar actos de corrupción y controlar toda la acción de grupos mafiosos. En nuestros países más permeables a actividades de este tipo, es un riesgo muy serio. Respecto de las adicciones a las drogas, es una preocupación que el Papa Juan Pablo II instaló ya en la década del 90 y que nosotros en cada país, en cada conferencia Episcopal, vinimos también trabajando. Y uno de los problemas es que se ha naturalizado el consumo, pareciera como que un porrito no hace nada, o es normal que se diga, bueno salimos de fiesta con amigos y que se tenga alguna sustancia. Pero ese tipo de cosas que repercuten especialmente en la salud de los más pobres y que generan conductas adictivas, después derivan también en actitudes adictivas en la sociedad. O por tener acceso a comprar la droga o alguna deuda, algunos adolescentes o jóvenes son captados por las bandas mafiosas de narcotráfico y se van permeando en algunos barrios estas situaciones de control de parte de las organizaciones criminales.
La Iglesia tiene una fuerte presencia en el ámbito educativo, ¿Cómo está observando el panorama de la educación?.
En la educación nos preocupa, no quiero centrarlo en cuestiones estructurales del ámbito educativo respecto de opciones pedagógicas. Sí lo que vemos es que hay retrasos en algunos sectores respecto de la permanencia en el sistema educativo y que esa permanencia sea no solo estar en el aula, sino también progresar en conocimientos. Nos preocupa mucho que quienes están terminando el primario o incluso terminando el secundario no alcancen comprensión de textos. Esto lo vemos por las pruebas de evaluación que se realizan y conversando también con docentes universitarios. Nos dicen que los chicos que ingresan a la universidad están con muchas carencias. No podemos empezar de una con las materias formativas propias de las carreras sin tener que enseñarles a estudiar, enseñarles a leer, enseñarles algún tipo de apoyo para que el ingreso en el sistema universitario no sea exponerse al fracaso. Entonces en esto yo percibo que hace falta trabajar mucho para una mejor eficacia en aquellos conocimientos básicos, tanto en lengua, en matemática, en historia, en todas las disciplinas que hacen al ámbito educativo, tanto primario como secundario. Y otra cosa que también notamos en el diálogo con las autoridades del ministerio es que hay en San Juan muchos adultos que no han completado el nivel primario o que habiéndolo completado no saben leer y escribir, no saben hacer cuentas. Hay mayor facilidad hoy por el celular, que tienen ahí las aplicaciones para poder sumarlo. Pero eso es una cuestión importante porque hace a la persona que no lee, no se abre a nuevas ideas, no se abre a enriquecer su espíritu, su conocimiento, su capacitación.
El tema de las vocaciones, ¿cómo está la Iglesia de San Juan?
En general podría decir que estamos medianamente bien en relación al resto del país. Estamos entre las cuatro o cinco dioses que más vocaciones tienen en relación a la cantidad de habitantes. Hay ahí un trabajo importante que se hace desde la pastoral juvenil, desde la pastoral vocacional. Este año ingresaron cinco jóvenes al seminario y eso siempre es un motivo de esperanza, de aliento. Salvo en el año 2019, que no ingresó ninguno, en los otros años van ingresando entre cuatro, cinco, tres y, eso no implica que todos van a llegar a ordenarse como sacerdotes. Pero es calentador que haya jóvenes que se planteen la posibilidad y que den este paso.
Tiene un retiro con los dirigentes políticos, ¿qué se va a reflexionar, qué se pretende con ese tipo de encuentro?
Esta experiencia es única en el país y en otros lugares se hace también, pero en forma más enfocada. Que podamos reunir una mañana para compartir en el ámbito espiritual dirigentes políticos de distintos partidos, organizaciones sindicales y cámaras empresarias, líderes sociales, es algo muy bueno. Este año la temática tiene que ver, por un lado, con algo más global universal, llamado el Papa al Jubileo de la Esperanza. Entonces entrar parte de la reflexión en esto. Cómo los líderes somos constructores de esperanza y también el liderazgo mirado desde el punto de vista testimonial. Porque no sirve o no alcanza tener bonitos discursos sobre la esperanza o predicar sobre la esperanza en forma clara si no hay después gestos concretos que alienten la esperanza. Y que quienes piensan distintos puedan compartir un mismo espacio y dialogar, eso es un signo de esperanza.
¿Cuál es su mensaje de Pascua para la comunidad de San Juan?
Jesús con su muerte y resurrección nos hace hermanos y Él muere y resucita por todos. Mi deseo y mi mensaje es que no dejemos a nadie afuera. Que si Jesús murió por todos, estemos nosotros también dispuestos a recibir a todos y a trabajar con todos para que de los bienes de la creación, los bienes de la sociedad, puedan disfrutar todos. Y que esto que es una convicción a cualquiera que le preguntemos de la igualdad de oportunidades sea algo real y concreto.