Motivada por el deseo de mejorar su calidad de vida y su alimentación, María Giménez comenzó con el cultivo personal de hongos en un momento complejo para el mundo, cuando recién asomaba la pandemia por Covid. El encierro resultó un momento de reflexión, luego de una operación de tipo gastrointestinal, y la motivó a emprender en el mundo fungi. Ahora busca mejorar la infraestructura de su invernadero para aumentar la producción de hongos secos comestibles y medicinales  bajo el nombre Reserva Orgánica.

“Fue en 2020 cuando comencé con mi emprendimiento como tal. Antes consumía y tenía cultivos de forma personal, pero fue gracias al contexto que se vivía y por motivos personales que decidí emprender en el mundo fungi”, comentó María a Diario La Provincia SJ. 

El encierro resultó un momento de reflexión tras una operación de tipo gastrointestinal que tuvo a mediados de 2019. “Tuve un inconveniente de salud que no me lo esperaba, de naturaleza gastrointestinal. Tras la cirugía, tuve que cambiar drásticamente mis hábitos”. Este proceso le sirvió como terapia y, poco a poco, el cultivo de hongos comenzó a crecer en forma de negocio.

“Desde ahí hemos venido trabajando en el desarrollo y en el crecimiento de este proyecto. Ha significado para mí una experiencia muy desafiante, pero gratamente enriquecedora y satisfactoria. Es muy lindo”, expresó con entusiasmo.

Durante la pandemia, María aprovechó para recuperarse y reflexionar sobre su vida. “Soy mamá de dos nenes, y como veía que la situación se extendía y estaba sola porque mi marido trabajaba, pensé en cómo mantenerlos entretenidos”. Su esposo, al ver su interés, le armó rudimentariamente un invernadero en el fondo de su casa.

Además, cuenta con el apoyo de su familia: “Tengo una hermana que es médica y otra que es psicóloga, quienes me han guiado, además de algunas amigas. Me gustó la idea y me transmite mucha paz y alegría”. Junto a su marido, Jorge Sánchez, y Luis Rodríguez, aportan sus conocimientos técnicos, ya que el cultivo de hongos no es fácil en una provincia como la suya, con su clima y geografía.

“Lo llamativo del hongo es que se comporta como un animal, pero biológicamente tiene una estructura similar a una planta. Hay muchos factores que hay que tener en cuenta para poder llevar a cabo un proceso exitoso de fructificación”, explicó María. Ella cree que cualquier persona con motivación personal o económica puede explotar su talento en este ámbito.

Aunque su proyecto se encuentra en una fase artesanal, las ventas siempre están en crecimiento. “Siempre llevo una estadística para saber qué es lo que sale más, qué es lo que me piden y conocer el mercado. Tengo clientela fija que me va conociendo, se van replicando y acuden a consultarme y comprarme”, detalló.

“Nuestras cosechas son temporales; nuestra temporada alta de producción empieza a mediados de febrero por la temperatura y culmina en septiembre. Durante esos meses vamos preparando los sustratos y llevando a cabo el proceso. Las cosechas grandes son a finales de mayo y principios de septiembre”, dijo María, con la satisfacción de haber convertido una pasión en un emprendimiento exitoso.

El producto estrella con el que comenzó es el pleurotus o gírgola. “También cultivamos otras especies de la misma familia, como el pulmonarius, gírgola dorada y alvina, dependiendo de la época del año. Son alimentos de alta calidad nutricional”, informó. Finalmente dijo, “hace poco hemos podido fructificar un hongo adaptógeno con propiedades medicinales terapéuticas. Se usan en la medicina oriental, así como la Melena de leon, reishi y cordyceps.”