Vivimos tiempos marcados, en demasiadas ocasiones, por las malas noticias: la guerra asola regiones enteras, la violencia verbal fragmenta a las comunidades, y los más frágiles —personas enfermas, con discapacidad, adultos mayores, niños, niñas y adolescentes vulnerables— quedan muchas veces relegadas y sin voz, e incluso tratadas con crueldad. Frente a este escenario, la tentación del desencanto es grande. Pero la Colecta Nacional “Más por Menos” se erige como un faro que desafía la resignación, invitándonos a ser protagonistas de un cambio posible, real y urgente.
El lema de este año —“Hoy tu ayuda es esperanza viva”—, nos convoca a renovar ese impulso solidario que tanto necesita la Argentina profunda. No es solo un gesto; es una declaración de principios, una manifestación concreta de que la esperanza puede y debe hacerse palpable en medio de las dificultades.
La propuesta es clara: tender puentes de cercanía hacia las regiones más necesitadas, allí donde la carencia se ha vuelto rutina y la esperanza parece un lujo inaccesible. Sin embargo, es justamente en esos rincones olvidados donde el mensaje de la colecta cobra vida y sentido. Porque cada aporte, por modesto que sea, se convierte en un testimonio que dice: “me importa tu vida, tu vocación misionera, tu dignidad, tu comunidad”.
La esperanza, como bien marcaba el Papa Benedicto XVI, no es un sentimiento individualista: “Nadie peca solo. Nadie se salva solo”. Francisco, por su parte, nos recordaba con insistencia que “estamos todos en la misma barca”.
Cuando contribuimos no solo ofrecemos recursos materiales; compartimos también cercanía, fortaleza y un mensaje silencioso pero poderoso de acompañamiento real.
El aporte recaudado a través de la colecta permite desplegar la tarea misionera en zonas donde la urgencia es el pan de cada día. Gracias a esta generosidad colectiva se apoyan emprendimientos misioneros, se forman catequistas y se construyen capillas y salones que ofician de verdaderos centros de encuentro y contención comunitaria. Asimismo, se fortalecen espacios de atención para personas con adicciones, lugares donde la dignidad vuelve a ser posible y la vida encuentra una nueva opción.
No se trata solo de dar; sino fundamentalmente de involucrarse. Comprender que la esperanza no es un regalo caído del cielo, sino el fruto de manos que se extienden, corazones que se dejan conmover y voluntades dispuestas a transformar el dolor en oportunidad. La esperanza se fortalece y multiplica cuando dejamos de lado la indiferencia y nos animamos a la compañía comprometida.
Frente al individualismo, la cultura del descarte y la fragmentación, se nos presenta la oportunidad de una respuesta madura y consciente de una sociedad que no quiere resignarse. Se va configurando de este modo, una red invisible que sostiene, acompaña y dignifica.
La promoción humana, en este contexto, implica mucho más que la ayuda asistencial: significa promover el desarrollo integral de las comunidades, fortalecer el tejido social y alentar la vocación misionera y el protagonismo de quienes, aun en medio de la exclusión, se empeñan en construir futuro.
La Colecta “Más por Menos” nos recuerda, año tras año, que la esperanza no es un espejismo, sino una tarea común. Cada aporte suma, cada palabra de aliento fortalece, cada mirada cercana restaura la confianza en la posibilidad de un país más justo y fraterno.
En tiempos en que la desesperanza parece ganar terreno, y las malas noticias ocupan cada rincón de nuestras conversaciones, la invitación es a ser contracultura: a dar respuestas concretas, a tender manos, a construir juntos. “Hoy tu ayuda es esperanza viva”, y esa esperanza —encarnada en gestos y acciones— es la que hace posible el milagro cotidiano de la fraternidad.
Hoy el Papa León XIV está cumpliendo 70 años de edad. Demos gracias a Dios por el don de su vida.
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