Con la llegada de temperaturas bajo cero en San Juan, las organizaciones proteccionistas redoblan sus esfuerzos para brindar abrigo y alimento a los animales que viven en la calle.

Sin embargo, la situación es crítica: la mayoría de las ONG no cuenta con refugios propios y dependen exclusivamente de la colaboración de la comunidad.

“Estamos tratando de concientizar al ciudadano para que le dé abrigo a los perros comunitarios. Nos llaman de todos lados para que vayamos a buscar animales, pero ninguna de nosotras tiene refugio. Apelamos a los tránsitos voluntarios, que hoy en día son muy difíciles de conseguir, señaló a Diario La Provincia SJ, Jaqueline Montivero, desde la Asociación Civil Firulais.

“No hace falta ser parte de una ONG para ayudar al perrito de tu cuadra. En todos los barrios hay animales en situación de calle. Les pedimos que les den una cajita, los metan a una cochera o les armen un refugio provisorio para que puedan pasar el frío”, explicó Jaqui. También insistió en que se haga lo mismo con los gatos: “Poner cajitas en las veredas ayuda muchísimo. Ellos se meten ahí y al menos se resguardan del frío”.

 

Muchos perritos en el centro son asistidos por ONG. Foto: Diario La Provincia.

Desde la  Huellitas en el Camino, Jesica Guardia relató el trabajo que lograron realizar durante el fin de semana, aunque también remarcó las limitaciones que enfrentan:

“Logramos trasladar varios animales a hogares de tránsito: uno fue por denuncia, otro estaba en una comisaría y una perrita que había parido en la calle. Mientras tanto, seguimos abrigando a los que están en la calle y llevándoles alimento”, detalló.

Pero el panorama se vuelve aún más difícil por la falta de participación ciudadana. “Con estos días fríos se ve la enorme cantidad de animales en situación de calle. Desde nuestra ONG, más de asistir es imposible: no podemos resguardar a todos. Nos siguen llegando pedidos de ayuda, pero no tenemos lugar”, concluyó Jesica con tristeza.

Con mínimas previstas de hasta -7°C, las organizaciones insisten: un pequeño gesto de los vecinos puede salvarles la vida a perros y gatos que hoy no tienen un techo donde refugiarse.