La chaya, una costumbre profundamente arraigada en San Juan, es uno de los recuerdos más entrañables de los carnavales sanjuaninos. A lo largo de los años, este festejo popular fue evolucionado, pero su esencia sigue viva en el recuerdo de quienes vivieron esos momentos de diversión en las calles de la provincia.

La historia de la chaya es tan antigua como los propios carnavales en San Juan. Desde tiempos remotos, la gente se reunía para celebrar el carnaval con una mezcla de alegría, tradición y espontaneidad. Aunque el carnaval siempre fue sinónimo de fiesta, la chaya tuvo un lugar especial en los corazones de los sanjuaninos, especialmente épocas, cuando su celebración alcanzó su máxima expresión.

La chaya no era solo una fiesta de agua y barro; era una forma de compartir, de disfrutar con los vecinos y de romper la rutina diaria. El carnaval en San Juan, con la chaya como protagonista, ofrecía una oportunidad para que grandes y chicos se unieran en un mismo propósito: refrescarse del calor abrasante de febrero y hacer frente a los días calurosos con risas y juegos.

Las reglas de la chaya eran simples pero claras. No se necesitaban bombitas de agua ni instrumentos sofisticados; cualquier recipiente, desde un balde hasta una vieja cubeta, servía para mojar a los demás. La consigna era disfrutar sin enojos. Las calles se llenaban de risas, y las familias y amigos se unían a la fiesta sin importar los inconvenientes que pudieran surgir. Y por supuesto, la famosa “ropa de chayar”, aquella vestimenta desteñida y lista para ser empapada de agua y barro, era indispensable.

A medida que pasaron los años, el carnaval en San Juan siguió evolucionando. Aunque la chaya fue perdiendo fuerza a partir de la década del 70, con el paso de los años y la aparición de nuevos modos de celebración, su legado perdura en la memoria.

Hoy en día, el carnaval de San Juan sigue siendo una fiesta importante, con los corsos y las comparsas tomando el centro de la escena. Sin embargo, la chaya permanece en el corazón de quienes la vivieron, una tradición que marcó un hito en la historia de los carnavales sanjuaninos.

En cada rincón de San Juan, la historia de la chaya sigue viva en los recuerdos de los que, con nostalgia, evocan los momentos de diversión, y alegría que formaron parte de un carnaval único.

Fuente: con información de San Juan Antiguo- Facebook

Fotos compartidas en el grupo San Juan Antiguo