La tranquilidad que se percibe en las calles no dista de la paz que se encuentra en la montaña o en la zona más del llano. Puchuzun es un pequeño pueblo, de poco más de 70 personas, que está enclavado en el extremo norte de Calingasta, sobre la ruta provincial 412. A 25 kilómetros de la Villa Cabecera del departamento, este lugar tiene una riqueza turística que no sólo lo ofrece la conjunción de colores y superficies de sus paisajes. También tiene un atractivo que pocos conocen: su tesoro paleontológico.
Popularmente se cree que Ischigualasto es el único sitio de San Juan donde los fósiles de hace millones de años descansan. Sin embargo, el rincón sanjuanino de Puchuzun esconde restos fósiles de aves, mamíferos y plantas que habitaron esta zona hace millones de años.
La tranquilidad del entorno contrasta con la riqueza científica que aflora bajo su superficie. En los últimos años, investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Fundación Félix de Azara, la Universidad Nacional de San Juan y el INGEO (FCEFN – UNSJ) identificaron en la zona restos fósiles que permitieron reconstruir parte de la historia climática y biológica de la provincia.
Historia de las aves
En Puchuzun se hallaron, hace pocos años, restos fósiles que permitieron dar luz a cómo eran las aves en estas tierras hace siete millones de años. Los científicos permitieron entender, a partir de los fósiles, cómo era la fauna aviar que habitó esta región durante el período Mioceno tardío.
En esa superficie que presenta escenarios áridos y otros más verdes, los especialistas encontraron fósiles de pato tadornino, flamenco paleódido, zampullín, focha común del género Fulica, garza indeterminada y recurviróstrido, que constituyen un conjunto típico de aves acuáticas.
Este conjunto de aves fue encontrado en lechos interpretados como un sistema fluvial con llanuras de inundación que representaban un lago efímero (‘lago Puchuzum’), expuesto a sequías estacionales. El informe de los especialistas detalla que es posible que el pulso árido del Plioceno que ocurrió en la Argentina central pueda considerarse como una posible causa de la extinción de algunos miembros de la avifauna de Puchuzum, particularmente los paleódidos.
Ese antiguo lago, que los científicos denominaron “Paleolago Puchuzum”, se solía secar periódicamente. Allí encontraron los fósiles que son muy similar a la que podemos observar actualmente en lagos y lagunas de las planicies y ambientes áridos de altura de San Juan.
“Este hallazgo es de gran importancia científica. Los fósiles de aves son verdaderamente raros dada la fragilidad de sus huesos”, explicó el paleontólogo Víctor Hugo Contreras, investigador del INGEO (FCEFN, UNSJ) y responsable de campañas paleontológicas en la zona, en una nota del portal de la Facultad de Ciencias Exactas.
El valor del Período Neógeno
Pero el potencial paleontológico de Puchuzun no termina allí. En la cercana Quebrada Candelaria, también dentro del ejido del pueblo, hace más de una década se identificó un yacimiento de fósiles del Período Neógeno, que abarca unos 23 millones de años. Durante ese tiempo, el clima de la Tierra se enfrió progresivamente, hasta dar lugar a las glaciaciones del Cuaternario y a importantes transformaciones en la fauna, incluida la aparición de los primates.
Fue allí donde se descubrieron tres depósitos lacustres con más de 400 ejemplares fósiles, entre los que figuran moluscos, peces, insectos, hojas, tallos y restos de animales vertebrados e invertebrados. También se hallaron bosques petrificados, huellas de aves y fósiles de mamíferos, lo que convierte a la zona en un reservorio clave para comprender la transición ecológica entre grandes eras geológicas.