Entre las malezas se asoma una chimenea. A pocos metros bocas de túneles y restos de paredes de adobe parecen sostenerse con fragilidad. Sin embargo, allí no llevan 10 o 20 años sino que su historia se remonta a hace casi 200 años y por eso, es una de las riquezas patrimoniales más importantes de San Juan. Se trata de las Ruina de Hilario, donde la Dirección de Patrimonio e Hidráulica trabajan para evitar que el tiempo siga deteriorando sus estructuras.
“Hemos tenido reuniones con la dirección de Hidráulica, que eso es muy importante para nosotros porque pasa justo por la ruina de Hilario un canal que no está impermeabilizado y que eso sigue afectando a las pocas ruinas que existen actualmente“, comenzó explicando Gladys González, directora de Patrimonio, a Diario La Provincia SJ.
Las Ruinas de Hilario se encuentran ubicadas en el departamento de Calingasta, cercanas a los márgenes del río Los Patos. Transitando por la Ruta Nacional 149, que une las localidades de Villa Calingasta y Barreal, a más de 1400 msnm, se pueden ver algunas de esas estructuras históricas que recuerdan que allí funcionó la primera mina de oro de San Juan e instalación metalúrgica del país.
Si bien en el 2022 se avanzó con las tareas de limpieza de la zona, sacando las malezas que pudieran dañar la estructura, con el correr de los años posteriores, éstas han vuelto por la presencia del canal y es por ello que se pidió a Hidráulica su intervención.
“No se han hecho acciones concretas sobre las ruinas pero este año ya nos han avisado que se ha resuelto en Hidráulica, que se han sacado las resoluciones para actuar con las Juntas de Riego. Por ahora queremos evitar que el agua siga carcomiendo esas ruinas que pocas quedan para tratar de conservarlas”, agregó González sobre aquel lugar que en el 2006 fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Las Ruinas de Hilario tienen una riqueza histórica y cultural porque aún se mantienen en pie, pese a todo, algunas estructuras que marcaron una etapa productiva de San Juan que estuvo impulsada por Domingo Faustino Sarmiento. No sólo se mantienen en pie las paredes de adobe y la chimenea sino también bocas de túneles e incluso restos de escoria en sus hornos.
Hace unos años, hubo un plan de reforestación y recuperación de esas estructuras con el fin de generar un nuevo punto turístico en Calingasta pero no prosperó. En su momento se logró iniciar los procesos que permitirían descubrir algunos restos que quedaron sepultados por la tierra del lugar pero al final todo quedó en un proyecto.
El sueño industrial de Sarmiento en Calingasta
Enclavadas en el paisaje cordillerano de Calingasta, las Ruinas de Hilario representan uno de los intentos más ambiciosos del siglo XIX por transformar la matriz productiva de San Juan. Impulsado por Domingo Faustino Sarmiento en 1863, el proyecto minero no tenía como principal objetivo una producción sostenida en el tiempo, sino más bien demostrar que la provincia podía ser un polo industrial competitivo frente a otras más desarrolladas. Era una apuesta estratégica para insertar a San Juan en el mapa económico nacional mediante el desarrollo de la minería.
Para materializar esta visión, Sarmiento convocó al metalúrgico inglés Francisco Ignacio Rickard, quien llegó desde Chile por la cordillera. Su tarea inicial fue inspeccionar los yacimientos mineros y analizar la viabilidad del terreno. Fue él quien, observando antiguos canales de riego cerca del río Los Patos, definió la ubicación del emprendimiento. Su intervención fue tan significativa que, en su honor, cada 30 de mayo se celebra en la provincia el Día del Inspector en Minas.
El proyecto de Hilario, sin embargo, enfrentó múltiples obstáculos: la escasez de capital, las limitaciones tecnológicas de la época y la falta de mano de obra especializada impidieron su continuidad. Pese a ello, en apenas 10 meses —entre 1865 y 1866— se logró fundir una cantidad considerable de plata, suficiente para demostrar el potencial minero del suelo sanjuanino y abrir un debate sobre el desarrollo productivo nacional.
Hoy, las ruinas de Hilario son más que vestigios arqueológicos: son el símbolo de una visión transformadora, de un proyecto inconcluso que, pese a su corta duración, marcó un hito en la historia industrial de San Juan. A través de ellas, se mantiene viva la memoria de un Sarmiento menos conocido, no solo educador, sino también impulsor del desarrollo económico y la innovación tecnológica en el país.
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