Franco Murúa tiene 22 años y anoche estuvo al borde la muerte. Mientras dormía en la habitación con su hermano, el techo de caña y adobe se desplomó encima de él y quedó por más de dos horas debajo de los escombros. Por los fuertes golpes en el torax, abdomen y pelvis y la inhalación de polvo quedó internado en el Hospital Rawson.
Sucedió en el loteo José Ignacio Díaz en Chimbas. Allí una familia entera, integrada por nueve personas vivieron horas dramáticas en la madrugada de hoy. La vivienda, de tres ambientes, es de adobe y caña y se desplomó como consecuencia de las reiteradas lluvias que se registraron en los últimos días.
Según señaló a Diario La Provincia Alejandro Murúa, hermano del joven, él, su esposa y tres pequeños hijos dormían en el comedor, su madre con su hermano discapacitado en otro dormitorio, y los otros dos hermanos en la restante habitación. Fue en este último lugar donde sucedió la desgracia. De acuerdo a lo contado, sintieron un fuerte ruido tipo explosión y cuando se levantaron vieron que el techo entero se había venido abajo. Uno de ellos consiguió salvarse porque los palos hicieron un espacio tipo cueva contra la ventana. Pero el otro, de 22 años, no corrió la misma suerte.
“Fue a las 2.30 y llamamos a los Bomberos pero como no llegaban llamamos a los vecinos para que me ayudaran a sacar a mi hermano. Entre todos pudimos correr algunos adobes y los palos. Los vecinos sacaron los naylon porque se estaba asfixiando, le faltaba el oxígeno. A las 4.15 pudimos sacarlo y dejarlo tirado al costado hasta que vino Bomberos a las 4.30. En ese momento lo llevaron al Hospital Rawson y quedó internado en un estado muy delicado”, contó Alejandro quien se siente indignado por la situación que viven y confesó que se sienten tratado “peor que los perros” porque no tienen “ayuda del municipio y en el loteo se cayeron diez casas y nadie hizo nada”.
“Nosotros somos perros no personas para ellos. Así nos tienen considerados y nadie hace nada. Desde temprano estamos esperando una respuesta en el municipio y no nos contestan, no nos dan soluciones. ¿Dónde vamos a dormir esta noche? Mis hijos que son chiquitos me están pidiendo comida y no tengo qué darle porque todo quedó abajo de los escombros”, finalizó Alejandro destacando que no se autoevacuaron cuando empezaron las tormentas por miedo a que le robaran lo poco que tenían en la vivienda.