Ésta es una historia de amor, de amor entre padre e hija, que sobrevivió a casi dos décadas y miles de kilómetros de distancia. Guillermo Castro tenía una joven familia que cuidar cuando la situación económica del país no le proveían la estabilidad que necesitaba. Como muchos argentinos, en medio de la crisis del 2001, decidió emigrar en busca de nuevos horizontes. Así llegó hasta norteamérica y desde hace 16 años que vive sin su familia.
 
Guillermo junto a su hija Mariana, y su exesposa y madre de su niña.

 
Mariana tenía apenas 4 años cuando debió separarse de su papá, y ahora, luego de su visita, contó esta historia a Diario La Provincia. “Mi papá se fue a Estados Unidos cuando yo tenía 4 años. Recordaba muy poco de él, pero siempre nos mantuvimos comunicados. Aunque estuvimos muy poco juntos en mi niñez, tengo una relación excelente, para mí mi papá es Dios“, comenzó. 
 
Guillermo y Mariana en un cumple muy feliz.

Se fue durante la crisis del 2001, y nunca más pudo regresar. “Él trabajaba en la fábrica Taranto cuando todo se empezó a complicar en el país. La idea inicial era viajar por tres meses que eran los que te habilitaban la visa turista. Después de dos años que él se fue, le propone a mi mamá que nos fuéramos con él. Pero no lo pudimos hacer por problemas de papeles de ella. Se llama Elisabeth, y en la partida de nacimiento estaba bien, pero en el DNI le faltaba una “h”, y no le quisieron hacer el pasaporte. Cuando solucionó este tema, mi mamá empezó a dudar por el tema de mis abuelos, y al final nunca nos fuimos. Él se quedó porque encontró estabilidad y ganaba bien“, continuó Mariana con su relato.
 
Mariana, la regalona de su papá.
En tantos años, la tecnología fue evolucionando y fueron encontrando más medios de comunicación. Al principio él les llamaba desde la casa de un vecino y ellas desde una telefónica. Luego llegaron los celulares “ladrillo”, el correo, el messenger, y ahora skype y whatsapp. “Desde los cuatro años que me decía que iba a venir así que cuando me lo dijo no le creí mucho. Si bien estuvimos poco tiempo juntos durante la mayor parte de mi vida, si me pasa algo él está. Puedo estar en un día súper triste pero hablo con mi papá y soy la mujer más feliz del mundo. Me hace muy bien. Es un padre muy presente. Mi papá jamás se desligó de mí”, acotó.
 
Ésta es la imagen que Mariana tenía constantemente, la de su papá a través de la webcam.

Actualmente trabaja en una carpintería y como pintor independiente, pero su condición de ilegal, no le había permitido poder salir del país. “Se casó con una cubana nacionalizada en el 2010, y aplicó a la residencia pero se la rechazaron. Justo en esa época yo cumplía los 15 años y quería que viniera, pero no se dio. En el 2016 volvió a aplicar para la residencia y se la dieron“. Así fue cómo, el 20 de diciembre llegó a San Juan para pasar las mejores fiestas junto a sus seres amados.
 
El reencuentro en el aeropuerto.
 
 
 

 
Esperé el día del reencuentro durante dieciséis años y soñé con ese momento mientras dormía y cuando estaba despierta también. La noche anterior no pude dormir porque ese mismo día rendía una materia en la facultad. Canalicé toda mi ansiedad estudiando. Sinceramente, sentía que era un sueño hasta que vi el avión aterrizando. Fue entonces el momento del primer llanto. Al aeropuerto fuimos mi abuela Pepi, mi tía Marijo con su esposo Gastón y dos de sus hijos Nicolás y Mariano, mi tío Diego, mi prima Carolina y mi tío Pablo. Todos estábamos muy ansiosos. Cuando vimos que el avión aterrizó rápidamente fuimos a la puerta para recibirlo. No tengo idea de cuanto demoró mi papa en salir. Para mí ese momento de espera fue eterno. Finalmente vimos a uno de los últimos pasajeros asomándose y era mi papa. No podía decir nada y sin darme cuenta ya estaba llorando otra vez“, contó la joven tras el reencuentro. 
 
El abrazo que lo dice todo.

 
¿Se cumplieron las expectativas? “Sí, la verdad es que sí. Mi papá es la persona más cariñosa y buena del mundo. Tiene un corazón de oro y todo el tiempo mediante gestos y sonrisas me dice que soy lo más importante en su vida. El amor que nos tenemos es gigante. Tuvimos la oportunidad de hablar sobre muchas cosas. Compartir un montón de otras. Mi papá hace los mejores asados del mundo. Todo el tiempo con una sonrisa en la cara. Sinceramente, tres semanas con él no fueron suficientes. Y esta vez lo extraño mucho más que antes porque ahora sé lo que es estar con él casi todo el día. Y no es fácil estar lejos de alguien cuando ya conocés lo genial que es. Con respecto a su regreso seguramente en invierno vuelve. Ahora tiene la posibilidad de viajar las veces que quiera y volver a Miami tranquilamente”.
 
Las fiestas volvieron a ser en familia.

 

En el último tiempo se habló mucho de la leyenda del hilo rojo que une a los amantes sin romperse a pesar de la distancia. Sin duda, entre este padre e hija hay algo más fuerte que un simple hilo, una soga irrompible que los seguirá uniendo de una punta a otra del continente. 
 
Guillermo volvió a Miami con la promesa de regresar pronto a San Juan. Mariana está por empezar el segundo año de la carrera de Trabajo Social.