El terremoto de 1944: una cicatriz que marcó a fuego la historia de Argentina.El sismo que sacudió San Juan el 15 de enero de 1944 dejó una estela de destrucción sin precedentes. Más del 80% de las construcciones, principalmente de adobe y tapial, colapsaron, y alrededor de 8.000 personas perdieron la vida. Esta tragedia, que afectó a una población de aproximadamente 80.000 habitantes, marcó un punto de inflexión en la historia de la ingeniería civil. La necesidad de reconstruir una ciudad y prevenir futuros desastres impulsó el desarrollo de nuevas normas y tecnologías de construcción sismorresistente, marcado un cambio histórico en San Juan.
En el corazón del centro sanjuanino se erige un testigo de uno de los eventos más trágicos de la historia. Mientras el terremoto de 1944 reducía a escombros gran parte de la ciudad, este edificio desafió las leyes de la naturaleza y permaneció en pie, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y esperanza. A 81 años de aquel fatídico 15 de enero, sus muros aún guardan las marcas de aquel día, pero también albergan un tesoro invaluable: la historia de una ciudad que supo renacer de las cenizas.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de la resiliencia de San Juan tras el terremoto de 1944 es la Escuela Normal Superior Sarmiento. A diferencia de otros edificios que sucumbieron ante la fuerza del sismo, esta escuela permaneció casi intacta, de pie.

Construida en 1906 por ingenieros europeos, la escuela fue concebida con un enfoque innovador para la época: “Fue diseñada con conocimientos avanzados en ingeniería sísmica”, explicó Rodolfo García, director del INPRES, a Diario La Provincia SJ. Su estructura, pensada desde los cimientos para resistir terremotos, permitió que el edificio soportara los embates del sismo sin grandes daños.
En contraste, la Casa Natal de Sarmiento, otro de los edificios emblemáticos, fue reconstruida y reforzada, pero ya no es la original. “Quedaron algunas construcciones en pie que cumplían con ciertas prescripciones conceptuales para resistir terremotos”, comentó García, destacando la importancia de estos diseños previos a la tragedia.
El terremoto de 1944 marcó un antes y un después en la historia de San Juan y de todo el país. Este evento devastador provocó un daño masivo, especialmente en viviendas de adobe y mampostería. “Evidentemente, el daño fue masivo”, señaló García, quien explicó que las viviendas construidas con materiales menos resistentes fueron las más afectadas. A pesar de esto, destacó que no existen materiales sismorresistentes por sí mismos: “Para lograr que una estructura tenga un comportamiento aceptable frente a los embates de un terremoto, no basta con usar materiales aptos como el ladrillo, el cemento o el acero. Es necesario un componente de conocimiento sobre los métodos de diseño, cálculo y la calidad en la construcción con esos materiales”, detalló.

El impacto del terremoto generó una respuesta rápida y amplia por parte del gobierno nacional. A raíz de la tragedia, se creó el Consejo de Reconstrucción de San Juan, que tuvo amplias atribuciones, entre ellas, la elaboración de un código de edificación para la provincia. Este código, de aplicación obligatoria en toda la obra pública y privada, marcó un cambio fundamental en la forma de construir. Además, se organizó una oficina encargada de supervisar el cumplimiento de las nuevas normativas de seguridad sísmica.
El conocimiento sobre ingeniería sísmica avanzó significativamente después del terremoto. “Hoy el conocimiento ha avanzado no solo por las experiencias locales, sino también por los eventos que ocurren en otros lugares del mundo”, resaltó García, subrayando que el estudio y la aplicación de nuevos métodos de diseño y cálculo han sido clave para reducir la vulnerabilidad de las construcciones frente a futuros sismos.
Tesoros que siguen de pie
Uno de los primeros fue la Escuela Normal Sarmiento, de Alem y Mitre. Esa es una construcción hormigón armado que propone un ingeniero, Domingo Selva. El propone construir con muros de hormigón armado no solo en mampostería y ladrillo sino que completa esas paredes con mayas de hierro. El terremoto del 44, lo pasó perfecto. De hecho la escuela normal funcionó como hospital de campaña de emergencia.
Otro edificio un poco más nuevo que la Escuela Normal, es el Colegio Nacional, de la calle Santa Fe entre Rioja y Tucumán. En ese caso es mampostería de ladrillo y estructura de hormigón armado.
Por otro lado, la Casa de Sarmiento, por ejemplo, era de adobe y se dañó. Pero, por el valor histórico que tenía se hizo un proceso de consolidación y se la conservo.
El cambio histórico en la mirada de la construcción en San Juan
“En esa época, el nivel de conocimiento que se tenía sobre el fenómeno natural en sí, es decir, los sismos, los terremotos y el comportamiento de las estructuras, era relativamente bajo. A partir de ese momento, se empieza a estudiar con rigor científico no solo el fenómeno natural, sino también todo lo relacionado con el diseño sismorresistente. Esto generó una evolución en el conocimiento no solo local, sino también mundial, debido a la ocurrencia de otros terremotos. En particular, en Argentina hubo un desarrollo importante en todo lo que es la normativa, que se puede clasificar como la herramienta más eficaz para la prevención sísmica“, explicó García.
“Si hablamos de la prevención sísmica, es un concepto amplio. Podemos decir que se basa en tres pilares fundamentales: el más importante es la construcción de edificaciones seguras desde el punto de vista sísmico, el conocimiento de la población para un comportamiento adecuado ante un sismo —es decir, saber qué hacer antes, durante y después de un terremoto—, y la confección de planes de contingencia o emergencias. Estos tres pilares han evolucionado de manera significativa con el paso de los años”, agregó.
Las diferencias entre el terremoto de 1944 y el de 1977
“No olvidemos que San Juan está en la zona de mayor actividad sísmica del territorio nacional, junto con la ciudad de Mendoza, que ocupan la zona sísmica de mayor amenaza. Esto está corroborado por la historia de eventos sísmicos, que no comienzan en 1944. Tenemos eventos previos importantes, como el terremoto que ocurrió en el norte de San Juan en 1894, que también causó bastante daño. Las poblaciones eran mucho más pequeñas en ese momento”, comentó García.
“En 1977, el 23 de noviembre, la naturaleza volvió a hacernos recordar que estamos en una zona sísmica con el terremoto conocido como el ‘terremoto de Caucete’. Este evento ocurrió cuando la ciudad de San Juan ya estaba reconstruida tras el terremoto de 1944. Si bien los dos terremotos tienen características similares, las consecuencias del sismo de 1977 fueron distintas a las de 1944. No se produjo ningún colapso estructural en la ciudad de San Juan, ni víctimas fatales en la ciudad. Sin embargo, sí hubo colapsos en viviendas y construcciones en departamentos alejados como Caucete, 9 de Julio, Sarmiento, entre otros.”
“Esto es una muestra clara de que la evolución en el entendimiento del fenómeno natural, el comportamiento de las estructuras y la aplicación de reglamentaciones llevó a una mejora en el comportamiento frente a los terremotos. Es decir, una mitigación del riesgo a través de la disminución de la vulnerabilidad de las construcciones. Hay aspectos que el hombre no puede controlar, como la imprevisibilidad de los terremotos: no sabemos cuándo ocurrirán, qué magnitud tendrán ni dónde. Pero sí podemos modificar y mejorar las construcciones, adaptándolas a las características sísmicas de nuestro territorio. Por lo tanto, la evolución no solo es en el conocimiento de la amenaza, sino también en las soluciones que la ingeniería aporta a esa condición ambiental de vivir en una zona sísmica”, concluyó García.
“Los resultados de cómo se comportaron las construcciones en 1977, comparados con 1944, nos permiten concluir que hubo un progreso importante en el conocimiento y en la práctica de la ingeniería sísmica y la sismología“, finalizó.