La Universidad Nacional de San Juan enfrenta una creciente demanda en sus comedores universitarios. Para las autoridades esta situación es un fiel reflejo de la difícil realidad económica que atraviesan muchos de sus estudiantes. Así lo confirmó en diálogo con Diario La Provincia SJ, Lucas Molina, secretario de Bienestar Universitario.
“Hay sedes en donde antes no teníamos que poner cupos y ahora sí tenemos que hacerlo, porque ya hay demasiada demanda. El cupo tiene que ver con una cuestión operativa de que no se puede realizar más de X cantidad de raciones en este lugar físicamente“, explicó Molina.
El sistema de comedores funciona actualmente en seis sedes: El Palomar, Juan Gutiérrez (en el predio del CUIM, detrás de la Facultad de Arquitectura), la unidad vinculada al INSA, la Facultad de Filosofía, la Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud en Albardón y las escuelas preuniversitarias, donde se asignan cupos para que los estudiantes puedan comer en El Palomar.
En total, hoy se elaboran alrededor de 2.000 raciones diarias, mientras que en años anteriores se preparaban unas 1.400. “El tiempo pico, que es abril-mayo, son 2.000 raciones diarias las que elaboramos entre almuerzo, cena y entre todas las cedes del comedor”, añadió
“Lo que también estamos viendo es que la situación socioeconómica de los alumnos se está deteriorando fuertemente. Lo notamos en las entrevistas para becas”, agregó Molina.
Acceso con control
El sistema de acceso al comedor fue modernizado y funciona mediante una plataforma digital desarrollada por estudiantes de Informática. Cada estudiante debe registrarse, seleccionar sede, menú y horario, y recibir un código QR para validar su asistencia. Las opciones incluyen menú tradicional, vegetariano y celíaco.
“El estudiante accede al comedor en el día previsto, al comedor donde está inscrito, se le escanea el QR y ya queda constancia en el sistema de que el estudiante accedió a comer fehacientemente. Esto lo hacemos para controlar que se inscriban y después no vayan a comer. Por eso el sistema también tiene este control de asistencia, y a las tres veces que el estudiante no va, se le suspende la cuenta por un tiempo y no puede acceder al comedor“, añadió.
“El comedor es totalmente gratuito, pero exigimos que el estudiante haya aprobado al menos dos materias en los últimos 365 días. Es un incentivo para que continúen con su trayectoria académica”, explicó el secretario.
“Antes se pagaba poco, pero se pagaba. Ahora decidimos establecer el control para determinar que los estudiantes que acceden sean los que estén estudiando, que estén progresando en su trayectoria estudiantil. Con la excepción obviamente de los ingresantes que están en el primer año, ahí se les permite comer hasta el siguiente año, donde ya se les empieza a exigir que vayan avanzando en sus trayectorias“, explicó el funcionario universitario.
Calidad y supervisión
Los menús son elaborados por una nutricionista de la universidad y supervisados por una licenciada en tecnología de los alimentos, quien también realiza inspecciones en los distintos espacios. El plato típico incluye una comida balanceada con hidratos, proteínas, verduras, fruta, pan y agua.
“Contamos con un equipo profesional que se esfuerza por ofrecer un servicio seguro, ordenado y de calidad. Sabemos que en gastronomía los errores pueden ocurrir, pero trabajamos para minimizarlos”, aseguró Molina.
Ampliación pendiente en preuniversitarios
Consultado sobre la posibilidad de instalar nuevos comedores en los colegios preuniversitarios, como la Escuela Industrial y la Escuela de Comercio, Molina aclaró que están a la espera de que las instituciones habiliten espacios adecuados.
“Nosotros estamos dispuestos a llevar el servicio, pero necesitamos que los comedores estén habilitados por Salud Pública. Una vez que eso suceda, podemos comenzar”, concluyó