Víctor tiene 34 años, vive con su mujer y su pequeña hija de 2 años. Trabajó en un taller mecánico y ahora en un lavadero de autos. Siempre tuvo relación con el amor y el cuidado de los callejeritos gracias a su hermana Verónica, una proteccionista.
Desde hace tres años, se dedica a unir sus dos pasiones, la mecánica y los animales, para lograr un bien: devolverle la movilidad y la alegría de correr a aquellos perros (y también algunos gatos), que perdieron sus patitas.

“En la provincia casi nadie lo hacía. Mi hermana Verónica era miembro de una sociedad protectora y no tenían a nadie que les hiciera los carritos, así que me ofrecí para intentarlo. Siempre me gustó construir cosas, tengo conocimientos de mecánica y metalúrgica, también me encantan los perros así que me comprometí con esto. Estuve averiguando y me encontré con el trabajo que realizan en un refugio de Mendoza que se llama “Rueditas por la vida”, en el que reciben a perros con discapacidades motrices y les hacen estos carros”, comenzó su relato a Diario La Provincia.

En lo que va del año, calcula que ya entregó alrededor de 7 carros, y planea continuar haciéndolo. Para elaborarlos, recicla materiales que muchas veces son descartados en las casas como: caños de cortinas, de sillas reposeras, coches de bebé, tendederos de ropa, pies de tabla de planchar, rueditas de aprendizaje de bicicleta, de podadoras de pasto, tornillos, etc. Además, está necesitando una cortadora y una dobladora de caños, que son herramientas que tienen un costo de entre $200 y $300.
Este trabajo, continúa siendo algo familiar para él. “Actualmente, me está ayudando un sobrino de 13 años, que es hijo de mi hermana, por la que se inició todo esto. Ezequiel se inspiró en mi trabajo, y colabora para que logre cumplir con todos los pedidos. Estoy muy contento”, sentenció el orgulloso tío.

Quien quiera contactarse con él, lo puede hacer a su teléfono personal 265687000, o a su Facebook.