La humilde casa guarda un gran tesoro: la fe. En la vereda la pequeña Victoria Villafañes de seis años juega con su vecina y su hermano Benjamín. Dentro de la vivienda, su mamá Yésica Vega recibe a una mujer que llegó con su hija que tiene parálisis cerebral para recibir la bendición de la nena. 
Todo cambió desde que se hizo pública su historia por los medios. En este contexto esa madre no dudó en llevar a su hija para recibir la imposición de manos como lo hizo en su momento con Celia Suarez o el Padre Eric. En ambas circunstancias primó la fe como ahora. Sin embargo, Vicky es distinta, está impulsada por las ganas de jugar y la bendición la hará cuando crea conveniente.
 
“Ella es especial, pero sobre todo es un niño y quiero que se la siga viendo así. No quiero presionarla y me duele no poder satisfacer el pedido de la gente. Pero ella quiere jugar y ser una nena normal. Nosotros no queremos forzarla a nada”, destacó a Diario La Provincia, Yésica lamentando que pese a las dos horas de espera, la madre con su hija se tenían que ir sin obtener los resultados esperados.
 
Victoria es una nena especial. Lo fue desde que nació y vivió planteando desafíos a la familia. Con apenas un mes y medio de vida le descubrieron un tumor en el pecho que debía ser extirpado de manera urgente ya que crecía a pasos agigantados. El dolor, la angustia y desesperación se apoderaron en aquel momento de los padres. La vida de ella corría un gran riesgo. Estaba en manos de Dios.
 
“Tuvimos mucho miedo y rezamos mucho para que no se la llevara. Los médicos no podían creer lo que ella tenía. De hecho dijeron que este caso se daba en los adultos, nunca lo habían visto en bebés. Hicieron una junta médica y hasta vino un doctor de Buenos Aires para verla y la operaron”, narró Yésica.
 
Otro desafío llegaría al año y medio. Esta vez con una insuficiencia renal grave. “Los médicos detectaron que el riñón se le estaba como secando. No filtraba los líquidos y estaba como disminuido en tamaño. Eso le provocaba constantes infecciones urinarias y otros problemas. Tuvimos que vender todo hasta el televisor para costear el tratamiento”, recordó la madre con algo de angustia aquella época y destacó: “no teníamos nada de dinero y todo era muy caro. En un momento tuvimos que cortar el tratamiento porque ya no teníamos más nada, casi ni para comer. Otra vez la encomendamos a Dios y al año cuando le hicimos otro estudio nos dijeron que el riñon estaba impecable, como si nada”.
 
Cuando Vicky cumplió tres años, la vida le puso el mayor desafío. La nena se hizo “amiga de Mary”, un ser que sólo veía ella.
 
“Victoria tenía tres años cuando estaba adentro de la casa hablando con alguien. Pensábamos que era un amigo imaginario y un día me pidió un rosario. Le compré el rosario porque en mi casa no había. Luego le pregunté quién era su amiga y cómo era. Entonces me dijo que no tuviera miedo porque su amiga la viene a cuidar. Entonces fuimos a una santería y le pregunté quién era su amiga. Allí sacó la estampita de la virgen del Rosario y me dijo ‘ésta es mi amiga'”, recordó quien confesó que son católicos pero no practicantes.
 
A partir de ahí se dieron varias expresiones que Yésica vincula directamente a ese vínculo con la Virgen. 
 
“¿Por qué mi hija? ¿Por qué nosotros? No lo se. Sólo se que es lo que nos tocó y lo único que le pido a Dios que ella sepa llevarlo. Que pueda disfrutar su infancia y adolescencia y que sea feliz”, señaló la madre.
 
Por su parte Vicky trata de ser feliz, más allá que le confesó a su mamá que le gustaría no hablar con la Virgen para “ser como las otras nenas”. Pero luego comprendió que es un don y reconoció que le hace feliz eso también. “Es mi amiga, pero no es como la de las fotos, no tiene los ojos pintados y su bebé es relindo”, asegura la nena.
 
En toda la entrevista, Vicky no dejó de jugar. Al final quiso que la conociéramos más desde su nacimiento en fotos. Para ello desplegó sobre la mesa todas las imágenes que tenía y con una gran sonrisa en su rostro explicó a qué momento de su vida correspondía cada una. 
Así terminó la jornada. Sin querer hacer mucha alusión a la virgen pero sí jugar con lo más simple, decenas de fotos sobre la mesa y una imagen religiosa a pocos metros.