Era la geoforma que quedaba retratada en todas las postales de Ischigualasto y no había turista que no se retratara con ésta de fondo. Sin embargo, distintos factores hicieron que se cayera y hoy todo es recordado como parte del pasado. Se trata de la geoforma del Submarino cuyo “periscopio” se vino abajo hace diez años, entre el 11 y el 13 de julio de 2015.
En el Parque Provincial Ischigualasto, nadie fue testigo en ese momento de la caída natural que marcó el antes y el después del paisaje. Ese fin de semana, las puertas se habían mantenido cerradas de manera preventiva por las inclemencias del tiempo. Los registros periodísticos de aquellos días destacaron que la icónica geoforma conocida como “El Submarino” sufrió una modificación irreversible cuando su emblemático “periscopio”, una de las torres de roca más reconocidas del parque, colapsó tras fuertes ráfagas de viento Zonda.
El hecho generó sorpresa, pero también reafirmó una de las grandes verdades que encierra Ischigualasto: su belleza está en constante transformación. Así lo explicó en su momento el paleontólogo Ricardo Martínez, quien remarcó por aquel entonces que “el proceso de erosión es inexorable e imparable. Nada es imperecedero y en eso reside la belleza del Parque”. La acción natural del viento, el calor y el agua, sumada a la antigüedad de las formaciones, es responsable de moldear —y eventualmente desmoronar— estas figuras que tardaron millones de años en formarse.
A pesar del impacto visual que significó la pérdida de una de las torres del Submarino, el interés por el parque no decayó. Al contrario: los primeros meses posteriores a la caída registraron un fuerte incremento en la cantidad de visitantes. “Entraban más de mil personas por día. El público aumentó por la curiosidad”, explicó un año después Silvio Atencio, quien era director del Parque en el 2016. Los restos del periscopio se desintegraron en la caída, quedando reducidos a pedazos de arena al pie de la formación.
¿Cayó por responsabilidad del hombre?
Las dudas sobre posibles intervenciones humanas surgieron rápidamente, pero los especialistas fueron contundentes: la erosión fue el único factor determinante. Américo Cortez, guía e investigador del Parque, explicó que las mediciones ya indicaban un desgaste avanzado. “A las torres les faltaban entre 4 y 5 centímetros para desprenderse. La que se cayó tenía entre 7 y 8 toneladas”, detalló. Y agregó que las condiciones climáticas del valle generan remolinos y presión que erosionan las rocas entre 3 y 5 milímetros por año.
En ese sentido, los investigadores aclararon que ni las caminatas turísticas ni la construcción del Museo William Sill tuvieron incidencia alguna. “El museo se construyó fuera del Parque y se ensambló en el lugar, sin cimientos ni maquinaria pesada”, aseguraron en el 2015. La única grúa utilizada tenía el tamaño de un camión pequeño, muy por debajo de cualquier vehículo que pudiera causar vibraciones dañinas.
La caída del periscopio no fue la primera pérdida de una geoforma emblemática en Ischigualasto. Hacía 35 años que no se derrumbaba ninguna formación, y las anteriores habían sido El Loro y La Lámpara de Aladino. Desde entonces, los responsables del Parque insisten en que todas las estructuras están sujetas a cambios. “Nada es eterno. Cada forma puede desaparecer en cualquier momento. Es parte del ciclo natural de este sitio único en el mundo”, aclararon.
Hoy, una década después, la silueta del Submarino ya no es la misma, pero sigue siendo uno de los íconos más visitados del Parque Provincial Ischigualasto.
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