En una escuela que une a chicos que viven muy distantes en la paradisíaca Sierra de Elizondo, en el departamento Valle Fértil, late el corazón docente de Mónica Speso. Con 30 años de experiencia y un caudal infinito de vocación y amor, celebra el Día del Maestro con la mirada iluminada. Pronto, podrá inaugurarse uno de los proyectos necesarios para su escuela y se celebrará el aniversario 87. Pero eso sigue siendo parte de los grandes sueños de una docente que sabe de desafíos pero también de perseverancia para encararlos.
“Soy la última en bajar a San Agustín de Valle Fértil, porque hay que hacer cosas”, dice a Diario La Provincia SJ, con una voz dulce pero firme. La directora de la Escuela Albergue Marcos Gómez Narváez llegó allí en junio del 2023 tras una permuta con un director anterior. Venía de otra escuela albergue, “Provincia de Entre Ríos”, en Gualcamayo que tras cerrar, volvió a reabrir hace poco en modalidad común.
Para Mónica, la vida la preparó para cumplir esa meta que descubrió en el transitar de su vocación. Quería trabajar en una escuela rural aislada pero sabía que no era fácil. Por eso, cuando sus hijas eran pequeñas, era algo impensado pero sabía que llegaría el momento en que ellas, ya encaminadas en su vida, podrían ver cómo su mamá emprendía la rutina de estar 10 días lejos de casa para dedicarse a estar 100% con sus alumnos. Luego, llegarían los ansiados 5 días de descanso o “abajo” (en referencia a su descenso de las serranías) para reencontrarse.
“La Escuela Marcos Gómez de Narváez es plurigrado: tenemos 10 alumnos en Primaria, 3 en Nivel Inicial, 3 en Ciclo Básico Rural del Secundario. Soy directora titular y doy clases a 5 y 6º grado y también tutora del Ciclo básico. Cuando no asisten los profesores itinerantes, es función del tutor dar clases”, detalló.
Y señaló que “en mis 30 años de trabajo, pasé por escuelas de zonas urbanas, suburbanas, suburbanas marginales y fui vicedirectora de la escuela Timoteo Maradona. Y en el curso de ascenso docente, cuando llegué a elegir, en mi cabeza siempre estaba la zona rural. Me quedó de un trabajo anterior, cuando fui encuestadora de zonas rurales por un programa nacional. Me quedaron las ganas de trabajar allí que, en realidad, me recordaron lo que me movilizó desde que me recibí: el poder ser docente en las zonas rurales”, expresó.
Pero la oportunidad llegó y Mónica no la dejó pasar. Al elegir cargo directivo, se fue a la escuela en Gualcamayo por casi 5 años y después, la permuta de cargo con el director de la escuela de Sierras de Elizondo.
“Es todo un desafío trabajar en zonas rurales aisladas”, remarca. Y es que, en primer lugar, el viaje les demanda 3 horas de viaje desde San Agustín, en camioneta 4×4, financiada por el Ministerio de Educación. Ese fue uno de los logros de la gestión de Mónica como directora: “empujé y empujé que saliera una resolución en la que el Ministerio pudiera pagar los gastos del viaje. Estuve todos los días parada en las oficinas del Centro Cívico e insistí, ya que actualmente el viaje ronda los $150 mil a $180 mil, sólo la ida. Los 6 viajes en el mes son imposibles de afrontar por los docentes”, explicó.
Un día en la escuela albergue
Al detalle y con una amorosa precisión, Mónica relata que la escuela trabaja bajo la modalidad “extendida”, aunque considera que “debería ser jornada completa” por cómo tienen que organizarse. No obstante ello, con su equipo organizaron cada momento del día para que los alumnos vivencien su escuela, que hace las veces de hogar mientras permanecen allí.
“En la mañana y en dos horas en la tarde, trabajamos lo pedagógico. Los chicos tienen materias especiales como “Música”, una vez en cada período; “Agropecuaria” y “Educación Física”, ambas una hora al día. Después tienen talleres con los celadores, uno de ellos sobre “Emociones”, en el marco de un proyecto institucional acompañados por Paula Costa, docente de Nivel Inicial”, precisa Mónica. También trabajan en un proyecto de Manualidades y tienen Computación; guiados por un celador.
Luego, llega “La hora de ocio” en la que los chicos se encuentran con los tableros de ajedrez, con partidos de fútbol u otras actividades, de acuerdo a su preferencia.
“A pesar que en la escuela tenemos Internet y un Smart TV, a los chicos les llama poco la atención. Ellos no están acostumbrados a la ver tele sino que buscan conversar entre ellos. La escuela es el núcleo en el que se juntan todos, ya que viven muy dispersos. Por eso buscan encontrarse y jugar. Es increíble ver cómo desde los chiquitos a los más grandes se sientan a conversar”, compartió. Si bien algunos chicos más grandes llevan su celular, porque en la escuela tienen WiFi, “sólo lo usan unas horas al día; recién le están prestando atención”.
La rutina también incluye animados festejos de cumpleaños, con cotillones, mesas largas y tortas y bailes para celebrar. Y también están los días en los que chicos se enferman de cuadros leves y son asistidos y llevados a salas de salud y los medican.
La escuela, una familia
Mónica no duda en afirma que “la escuela es una familia, en la que hay normativas de las que los niños son súper respetuosos. Realmente, deberían compartir un día con ellos para que vean cómo son. No hace falta separar peleas y no existe el bullying y no hay líderes. Ellos todos se quieren muchísimo y se cuidan. Lo más valioso que tenemos son los niños. Pareciera que hablo de realidades de otro planeta, pero no. Los chicos con súper sanos y el grupo es hermoso. Por eso, sentimos cuando egresan del Ciclo Básico porque se nos van integrantes de nuestra familia”.
En tanto, con sus docentes, Mónica no retacea su expertise. Acompaña a su equipo y los guía en el camino del Plurigrado. “Ayudo con los alumnos del segundo Ciclo, con el propósito de elevar la calidad educativa. No por ser poquitos chicos, el Plurigrado es fácil. Por eso, estoy junto a la docente de Primaria en esto y trabajo con 5º y 6º”, expresó.
Y puso en valor: “tengo un grupo hermoso de docentes. Nunca los vi levantarle la voz a los chicos, llaman la atención desde la empatía y la reflexión. Por supuesto que los chicos hacen travesuras y nosotros les hacemos ver qué pasa si algo se rompe. Ellos entienden y aprenden. Estoy bendecida con todo el personal que tengo y su labor”.
Mucho realizado y la jubilación que puede esperar
“Hace 5 años, podría haberme jubilado por haber trabajado en escuelas de Zona de Frontera y siempre me decía: “el año que viene, lo hago”. Pero tengo objetivos y entonces empiezo a postergar: “cuando termine eso, ahí voy a presentar los papeles para jubilarme”, confesó Mónica, a la que la gestión la impulsa a diario.
En eso, recordó que cuando llegó a la escuela y notó falencias en la infraestructura, entre ellas, una especial. “Era muy importante una galería. No se podía estar afuera cuando llovía o nevaba; nos encastrábamos porque todas las puertas dan al exterior y para ir de un espacio a otro, nos mojábamos. Entonces, no se podía trabajar ni, a veces, hasta hacer actos.
El año pasado, Mónica se propuso lograrlo desde la gestión y notas en manos, se presentó en Infraestructura y en Educación para pedir la construcción de la galería. Con su empuje, lo logró, en 2024.
“Y aunque estaba en condiciones de presentar papeles para jubilarme, me dije: “no, yo tengo que estar para la inauguración de la galería. ¡Si era mi sueño y anhelo!”. Hoy, veo cómo están haciendo una galería hermosa; es muy bonita y en la última lluvia que tuvimos, en un momento, nos miramos todos los docentes y celadores. No podíamos creer que estábamos todos juntos viendo cómo llovía, bajo un mismo techo. Es algo enorme y cambiará mucho la vida escolar. Es un cambio rotundo”, comentó emocionada.
Con piso nuevo, el 13 de octubre Mónica hará la inauguración de la galería y festejará los 87 años de la escuela. Esa fecha también será destacada por Mónica ya que, al mirar el libro histórico, vio que no figuraba el aniversario.
“Siempre busqué que haya avances en la institución. En mayo de 2024 por primera vez tuvimos energía eléctrica, antes teníamos paneles solares. Fue un gran cambio ya que antes teníamos que cuidar muchísimo la luz. Ahora podemos hacer muchas cosas que antes no podíamos. Lo mismo pasará con la galería; no es algo secundario sino que para nuestra escuela es muy importante”, recordó.
La docente no deja de marcar lo alcanzado en una escuela que late con fuerza. “Agradezco a Dios ser parte de estos avances en la institución y se modifica para bien el ambiente de la escuela. También agradezco a los padres que confíen en nosotros para dejarnos a sus hijos por 10 días”, manifestó.
Reconoció, también, que la escuela necesita más obras como aulas, ya que tienen una que funciona en un SUM, otra que está en el comedor de la escuela y otros alumnos de Primaria toman clases en la Dirección. El Nivel Inicial está en las dependencias de un exdepósito. “Nos faltan las aulas pero en algún momento van a llegar. Ya vimos los espacios y confiamos en que se van a construir”, dijo.
Mónica, en primera persona
- Desafíos
“Como directora de zona rural aislada, siento que la lucho más. Sé que en el Ministerio de Educación, escuchan mi voz y saben mi nombre y apellido y a lo que voy; que voy a empujar por algo. Es mi trabajo y abrazo muchísimo la educación”.
- Familia
Tiene dos hijas profesionales y nietos, a los que ama profundamente y entienden su pasión por la docencia. Mientras que su esposo es su gran compañero. En el 2021, cuando ella estuvo al frente de la Escuela Provincia de Entre Ríos, fue nombrado portero. “Allí era crudo estar porque era una escuela de zona de frontera y necesitaba alguien que me ayudara. Cuando me trasladé, tenía que ser con él porque yo me albergo en la escuela. Además, él sabe de todo: de paneles, de arreglos de caños, de soldadura y de muchas cosas. Él me acompaña y gracias a Dios, tengo ese pilar que es tan importante”, dijo.
- Ser docente
“Hoy, ser docente implica un rol multifacético, que va más allá de la transmisión de conocimientos. Involucra inspiración, guía y para quienes están en las zonas rurales aisladas, su labor es invaluable. Quienes se quedan trabajando en escuelas como la que yo trabajo, es porque hay vocación”, destacó Mónica.
Acerca de lo que hace en la escuela “Marcos Gómez Narváez”, dijo: “acá hay que entregar mucho, somos los pilares de la educación para esos niños y llevamos luz y conocimientos. Tenemos que abrirles todos los caminos e ir con muchas ganas y amor. Quienes hoy estar en la escuela, entre ellos una celadora que lleva allí 24 años, entendieron el trabajo”.
“Se siente amor por la educación y saber que el amor que damos es lo que los niños tienen. Hay que tener una profunda compresión de las necesidades que ellos tienen, ya sean individuales como colectivas. No podemos no involucrarnos con ellos, más en zona rural aisladas”, puso en valor.
- Sus alumnos
“Ellos tienen mucho talento y capacidad. A veces, me enojo cuando hay propuestas para zonas urbanas o suburbanas y no contemplan a nuestros chicos. Que ellos no tienen acceso a ver una obra de títeres, por ejemplo, en San Agustín de Valle Fértil. Para eso hay que disponer una movilidad y se los decimos a quienes nos invitan. Pero no se concreta el viaje para, al menos, algunos de nuestros niños. Eso duele y muchas cosas más en las que se quedan relegados”, se sinceró.
Los próximos pasos
Por primera vez en la historia de la escuela albergue, alumnos del nivel Primario participarán de la instancia provincial de la Feria de Ciencias STEAM. “Los chicos de 3º irán con su proyecto “Sabiduría Ancestral”, con el Chinchil, un yuyo propio de su zona y quieren darlo a conocer. Estaremos el 19 de septiembre, Dios mediante. En 2024 fueron los del Secundario llegaron a la instancia nacional”, dijo.
Ahora, otra gestión la lleva a definir todos los detalles de ese viaje ya que los pequeños tienen que ir con un celador y un docente. Otro nuevo paso de la imparable seño Mónica que honra a la educación, en la tierra de Sarmiento.
Noticias relacionadas